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Sanz Lovatón, habla

Sanz Lovatón, habla

Manuel Fermín

Ante la advertencia con gestos unilaterales lanzada por Eduardo Sanz Lovatón de que “es el momento de coger los teléfonos, verle la cara a la gente y pedir disculpas”, revela una preocupación y es el temor de que se descuelgue mucha gente de la base ante el desencanto y el abandono, y no está de más recordar que el Gobierno ha venido gestionándose a “papeletazo” limpio con cobertura especial a su militancia mediante: “pensiones especiales”, Supérate,Aliméntate, regalos monetarios navideños y de fechas especiales, subsidios, “nominillas”, nombramientos supernumerarios, reparticiones de bienes públicos (solares, parcelas, viviendas). Etcéteras …. Con asombro ha recibido el mundo político la expresión de Sanz que evidencia que no hay certeza electoral en su partido y, por tanto, todo ese extremo personalismo dadivoso para afianzarse el favor de la familia política no atenúa el confesado sentido de desprecio.

Tarde comienzan a darse cuenta que deben ser bondadosos, receptivos, indulgentes y apaciguadores cuando constatan que el mal ya había empezado desde el inicio. Realmente no sabemos qué sucede en ese marco partidario, pero se generan conflictos y estos conflictos deben tratarse con política, y más cuando hay gente construyendo proyectos de futuro.

No es difícil, entonces, entender porqué la oposición, aún ese manejo manirroto del Erario, conducta cada día más desnaturalizante del buen gobierno, se aprovecha del desarraigo de grandes núcleos de marginados y excluidos, de gente que no ha sido igualada en obligaciones y derechos ciudadanos por las autoridades incluida su propia militancia ninguneada; más, aliados que esperan decretos y seria resistencia a los sin identidad.

No es difícil comprender que estos recelos, conocido el prodigioso itinerario político de Leonel Fernández y su tacticismo político, es de atención rigurosa.

La verdad que gestionar el Estado para retener el poder y autohomenajearse bajo amparo del despilfarro nos trae un mal futuro.