El ministro de Medio Ambiente ha tomado una drástica y responsable medida para extirpar del presupuesto ministerial una nómina especial con un montante de 1.5 millones de pesos mensuales, bajo el control exclusivo de un periodista que vive haciendo galas de pulcritud, y que ha puesto al descubierto el descontrol absoluto, sobretodo en los asuntos contables, dejado por el malogrado ministro Jorge Mera, atado en su breve incumbencia a los viejos vicios del clientelismo político.

Un súbito ataque de transparencia ha descubierto la complicidad en el delito del periodista domiciliado en el oficialismo en el que se hace representar como la forma ortodoxa de las esencias del orgullo perremeísta y que con feroz crítica señala lo que entiende es el “cártel” peledeísta. Hoy se desmorona el mito cuando abre la boca ante la evolución del caso y lejos de limpiar la imagen del muerto y de él mismo, lo que hace es enturbiarla aún más.

Como han sucedido las cosas, es aconsejable, al contrario, reconocer su error y, eso sí, cuidar a partir de ahora su vocabulario pues la gente se daría mejor cuenta que los que pretenden ser muy serios son como los demás. ¡Y la verdad que ha callado!.

Ahora bien, el ministro Ceara ha recibido fuertes críticas por arrojar luz sobre los secretos inconfesables del perremeísmo que defiende al envalentonado y encumbrado comunicador, y que pareciere que está prohibido prohibir aunque afecte la ética de todo el eje troncal que es la transparencia que sufre una fuerte derrota. Vista la reacción, el ministro Ceara ha recibido el apoyo de sectores diversos porque en medio de esta “fiesta” ha mandado a parar.

En seco. Tan es así que altos dirigentes le solicitan al presidente Abinader la cancelación del cargo ante tal atrevimiento contra los intereses del partido, y por ser pésimo gestor de la política tradicional.