Mientras retomamos en más de 25 años la causalidad y las teorías causales en el ordenamiento jurídico dominicano, reiterando que esta discusión es jurídico legal porque refiere a legislación, recordemos, junto a la economista dominicana Aris Balbuena (UASD/UNAM), como el debate sobre el aborto en nuestro país se circunscribe a tres posturas:
1) Una completamente restrictiva, que aboga por la prohibición absoluta asociada a una posición religiosa y esencialista,
2) Otra menos restrictiva, que acepta que situaciones extremas o excepcionales ameritan la despenalización, pero sin cuestionar la idea de que el aborto es principalmente una acción antiética y punible, ni obligar,
3) Y una tercera que parte de la prevalencia de la dignidad y autonomía de las mujeres en tanto ciudadanas, defiende que es un derecho humano decidir sobre su cuerpo y mantener la autonomía sexual y reproductiva. (“El debate sobre el aborto y las tres causales: La cuestión de la autonomía de la mujer”, en Perspectivas No.2, 2018).
No nos cansa reclamar a las instituciones de esta sociedad por su doble moral, y menos, con las personas cuya importancia las ubica al frente de asuntos públicos de toda índole por la impresión que deja quien manda a hacer lo que ella misma no hace, escondiendo lo que practica, y por el escándalo emocional que produce su mensaje distorsionado e hipócrita.
En estos días de movimiento a favor de la vida intrauterina desde el propio Congreso dominicano que no nos sorprende, ningún espacio alcanza para que podamos salir del asombro de tanto manoseo a la moral, las buenas costumbres y a la condena manifiesta contra toda persona que se enfrente a las piadosas prácticas religiosas, mismas que en manos de desaprensivos ministros, destruyen la vida de niñas y niños a su cargo.
No nos sorprenden esas voces que pierden la compostura del deber de mantener la objetividad en el discurso para no ser juez y parte, olvidándose de su propia doble vida, disimulada, oculta que al final, todos y todas conocemos.
Y tienen la suerte de vivir entre pares, porque son iguales y se encubren en suntuosos disfraces de cordero con los que salen a la calle, a sus encuentros políticos, sus reuniones opulentas e importantes que los engrandecen en conjunto.
Las mujeres de este país, queremos razonamiento y profundidad, porque seguimos pidiendo posibilidad de elegir de acuerdo con nuestra conciencia frente a la justicia de la causalidad jurídico legal. No obligación ciega por creencias, ni más de lo mismo.