Opinión

Setenta veces siete

Setenta veces  siete

Con la bandera nacional enhestada sobre el corazón de la patria, los dominicanos rememoran hoy el 54 aniversario de la segunda intervención militar de Estados Unidos, acto de fuerza acometido por la primera potencia militar del planeta contra un pueblo que siempre ha tenido más ganas de morirse que de ser esclavo.

La cicatriz que dejó la profunda herida infligida contra el territorio, el Estado y el gentilicio dominicano por halcones de Washington, ha de servir como símbolo de la dignidad nacional, tantas veces avasallada por soldadesca de coronas e imperios, que no podrán jamás doblegar el ímpetu libertario de los hijos de Duarte y Luperón.

Esa grosera invasión militar, condenada por el mundo civilizado, fue disfrazada con el vulgar ropaje de una Fuerza Interamericana de Paz (FIP), para lo cual la Organización de Estados Americanos (OEA), en su calidad de Ministerio de Colonias, alquiló su nombre y vergüenza.

El presidente Lyndon B. Johnson ordeno invadir el 28 de abril de 1965 a República Dominicana para impedir el triunfo de la revolución constitucionalista y el retorno de la constitucionalidad malograda por el golpe de Estado contra el gobierno democrático del profesor Juan Bosch, también apadrinado por Washington.

Lo de la supuesta lista de militantes comunistas infiltrados en la contienda de abril y de que los marines vinieron a “salvar vidas”, fueron vulgares pretextos de la Administración del presidente Johnson para mancillar impunemente la soberanía del pueblo dominicano.

Militares y civiles convirtieron la insurrección del 24 de abril en guerra patria y con desbordante heroísmo y sacrificio reeditaron la máxima duartiana de que la nación dominicana podrá ser destruida, pero sierva de nuevo, ¡jamás!.

Presentes y futuras generaciones guardan eterna deuda de gratitud ante los combatientes que cayeron en desiguales combates contra el invasor y con quienes se sumaron a la resistencia de la dignidad que convirtió a Ciudad Nueva en cuna mundial de la libertad.

Al conmemorarse hoy el 54 aniversario de esa intervención militar, la bandera tricolor ha de hondear con denodado orgullo y con reiterada advertencia de que la soberanía nacional y la integridad del territorio y de sus instituciones serán defendidas con todo vigor, aunque sea necesario reeditar setenta veces siete la epopeya bíblica de David frente a Goliat.

El Nacional

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