Opinión Editorial

Sin mandarria ni aplanadora

Sin mandarria ni aplanadora

Se valora positivamente la promesa del presidente Luis Abinader de que promovería un nuevo gobierno de consenso nacional, aun cuando en las elecciones del domingo obtuvo mayoría absoluta en ambas cámaras legislativas y que en los comicios de febrero logró el control de gran parte de los ayuntamientos.

El mandatario ha dicho que retomará el diálogo tanto con los líderes de oposición como con la ciudadanía e incluso dijo que cuando Leonel Fernández y Abel Martínez lo llamaron para felicitarlo por su triunfo electoral, les comunicó su disposición de reunirse con ambos en los próximos días.

En esos posibles encuentros, el jefe de Estado abordaría con Fernández y Martínez retomar los “grandes acuerdos” que se discuten en el Consejo Económico y Social (CES), sobre los cuales dijo que hay un 20 % avanzado, pero también externó su deseo de modificar la Constitución de la República.

Se admite que el presidente Abinader y su partido tendrán a partir de agosto el poder suficiente para ejecutar las reformas políticas, económicas y sociales que coloquen en la carpeta legislativa, pero el consenso sugerido tiene la virtud de garantizar gobernabilidad y pluralidad.

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Aunque siempre será beneficiosa la promoción del consenso para el abordaje de la muy congestionada lista de urgencias nacionales, es menester señalar que esa acepción sólo resultaría beneficiosa si surge de un ejercicio dialogante legítimo, amplio y plural, a través del cual la razón y la conveniencia anulen el disenso.

La trascendencia de las reformas pendientes requiere que el Presidente reflexione sobre la dimensión que en este momento histórico tendría un auténtico llamado a diálogo nacional o a un consenso circense con influyentes actores que juegan poker con las mangas repletas de cartas ocultas.

El deseo del mandatario es que “en este año podamos ponernos de acuerdo en todos los puntos más importantes del país”, palabras mayores, si se empieza con el proyecto de modificación de la Carta Magna, las reformas tributaria, de seguridad social, sector eléctrico o el Código Laboral.

Aun con todo el poder acumulado por el partido gobernante como resultado de las elecciones, no es aconsejable que en el orden institucional el Gobierno aplique mandarria o aplanadora, por lo que la mejor receta es y será siempre la enunciada por el presidente Abinader, la de promover consenso que debería reflejar al universo social, político y económico de la nación.

El Nacional

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