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Existen factores que afectan la calidad de la representación. Dependen de elementos fácticos y políticos y de la actitud asumida por los representantes luego de la elección, vinculados con el diseño del sistema electoral, que impactan resultados electorales.
Las reglas electorales toman forma por la experiencia histórica y por las preferencias de quienes diseñan el sistema electoral. La reforma o conservación del diseño está supeditada a la intención de preservar o crear ventajas electorales para quienes ostentan el poder. Pueden reflejar sus valores políticos o beneficiar sus perspectivas de poder.
Fernández Esquer resalta el paradigma teórico de la elección racional en el estudio de reformas electorales, que plantea que son un fenómeno dependiente de cálculos estratégicos de élites partidarias. Postula que los partidos en el poder son proactivos ante modificaciones que puedan beneficiarles y conservadores ante aquellas que puedan perjudicarles en el escenario electoral. Reconoce las críticas contra esto, que plantean el reduccionismo respecto a situaciones que pueden conducir a reformas electorales; que la motivación de los partidos sea maximizar resultados; y que sean los únicos actores que intervienen en reformas.
Oñate define la ingeniería electoral como “la capacidad para influir en resultados de elecciones a través de las posibilidades que el diseño o el funcionamiento del sistema proporciona”. Independientemente de actores que la impulsen (partidos, ciudadanía, tribunales) y sus motivaciones, aunque la estructuración de sistemas electorales se establece por normas jurídicas, su diseño responde a decisiones políticas.
El TSE, en un caso relativo al método D´Hondt cuestionando su desproporcionalidad en circunscripciones pequeñas, mediante sentencia expuso que “está consciente que el sistema electoral es una estructura compleja donde convergen elementos que combinados pueden tener resultados distintos. Cada decisión sobre el diseño electoral tiene efectos diferentes sobre el sistema político y de partidos y responden a un fin predeterminado.
La combinación de elementos (distribución de circunscripciones, candidaturas, votación, convertir votos en escaños) pueden favorecer un objetivo político, pero operar en detrimento de otros. No hay sistema electoral perfecto que cubra todas las demandas de la sociedad. Debe encontrarse un equilibrio y una solución ajustada a necesidades actuales.
Para incentivar el diálogo entre actores que impactan la ingeniería del sistema electoral, Poder Legislativo; JCE; organizaciones políticas; y sociedad civil; deja constancia de la necesidad de un diagnóstico integral del sistema electoral y discutir la reconfiguración de los elementos del sistema electoral.

