La experiencia de Nueva York y de países como España, Italia y Francia aconseja por lo menos la mayor cautela sobre la apertura, aunque sea gradual, de las clases presenciales. En esos lugares hubo que cerrar los planteles, después de abrirse, ante el rebrote del coronavirus.

En defensa de la apertura no se debe traer a colación el caso de los cines, hoteles, bares, restaurantes y otros establecimientos.

Simplemente porque los adultos pueden observar con más responsabilidad las normas sanitarias que un muchacho a quien tiene que controlársele.

Pese a lo complejo del caso el director de Acción para la Educación Empresarial (Educa), Darwin Caraballo, plantea que se tiene que sincerizar la realidad al defender la necesidad de iniciarse “antes que sea demasiado tarde” la enseñanza presencial “de forma parcial, progresiva y gradual en las aulas como complemento de la educación a distancia”.

El problema merece ser discutido por expertos sanitarios, la propia Educa, la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) y todos los sectores interesados en la problemática educativa y epidemiológica.

Con la educación virtual y a través de la radio y la televisión hay muchas dificultades que limitan el aprendizaje, lógicas de por sí, aunque las autoridades de Educación digan que todo está a pedir de boca.

El ministro de Salud, Plutarco Arias, opinó que el sistema virtual debe mantenerse, pero ninguna fórmula puede descartarse en interés de alcanzar los mejores resultados en la enseñanza.