Editorial Opinión

Solidaridad con Brasil

Solidaridad con Brasil

La democracia de Brasil ha podido salir ilesa ante el violento intento de golpe de Estado perpetrado por miles de partidarios del expresidente Jair Bolsonaro que el domingo asaltaron y causaron severos destrozos a las sedes Presidencial, del Congreso y del Tribunal Supremo, en Brasilia, antes de ser desalojados por la Policía.

Las autoridades desmantelaron un campamento levantado frente a las instalaciones del Ejército, al que insurrectos instaban a derrocar al gobierno legítimo y democrático del presidente Luiz Inacio Lula Da Silva, con apenas una semana en el ejercicio del Poder.

Mientras partidarios suyos apuñalaban a la institucionalidad democrática, el expresidente Bolsonaro mantenía silencio desde su refugio en la Florida, hasta que la Policía desalojó a los ocupantes de las sedes del Estado y apresó a centenares de revoltosos, cuando entonces procuró desvincularse de esa trama, al decir que “las invasiones escapan a la regla”.

Estados Unidos, Europa, China, Rusia y América Latina y casi todo el mundo han expresado su rechazo a tan reprochables actos de bandolerismo contra el orden institucional de Brasil perpetrado por grupos ultraderechistas alentados por un liderazgo irresponsable.

Llama la atención la similitud entre la tropelía contra las sedes institucionales brasileñas a la perpetrada hace dos años contra el Capitolio estadounidense, por fanáticos ultraderechistas seguidores del expresidente Donald Trump, quien cultiva estrecha amistad con Bolsonaro.

Al condenar esas acciones de violencia, el presidente Luis Abinader y el liderazgo político dominicano han interpretado el sentir de la sociedad nacional, que siente particular repugnancia por sucesos como los acaecidos en Brasil, que ha padecido más de una vez a lo largo de su historia.

Brasil se recupera muy rápidamente de las heridas infligidas a su democracia, al punto que el presidente Lula recibió ayer mismo el respaldo de los titulares del Tribunal Supremo, Rosa Weber, del Congreso, Arthur Lira, y del Senado, Rodrigo Pacheco, quienes rechazaron “los actos terroristas, vandálicos, delictivos y golpistas”.

Ese frustrado ataque contra el orden institucional brasileño coloca en alerta a las democracias del continente que deben ponerse a buen resguardo ante el peligro de súbitos vientos de intolerancia y violencia azuzados por caníbales políticos y económicos, cuyos intereses son siempre incompatibles con la libertad y la justicia. Hoy todos somos Brasil.

El Nacional

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