Una ola de delincuencia sacude a la sociedad. Miles de dominicanos toman el camino de recluirse en sus casas y salir a diligencias puntales, para tratar de preservarse de los robos, atracos y sicariato.
La lucha contra el crimen organizado o desorganizada| tiene que ser revaluado. Avanza a pasos gigantescos, a pesar del esfuerzo de las autoridades para detenerlo.
Se tienen que establecer nuevas estrategias. La simple detención o el intercambio de disparos ayudan, pero no contrarrestan el peligro social.
Si llama la atención que las estadísticas señalan que la mayor parte de los atracadores, agentes del micro-tráfico de drogas, sicarios y prostitutas, provienen de los barrios maginados.
Ello lleva a evaluar cual puede ser el impulso complaciente de las pésimas condiciones de vida de la marginalidad social, donde cientos de miles de jóvenes subsisten sin esperanzas.
Acabar o controlar al máximo el delito, no es solo una acción de la policía, tiene que irse a las soluciones sociales, y estas conllevan a la necesaria mejoría del entorno de los barrios populares.
En las barriadas no todo está perdido, hay que rescatar y dar fuerza a los jóvenes que a pesar de sus precariedades estudian y son agentes de progreso, buscando entrar a la maquinaria de empleos.
Pero siempre es el revoltoso el que llama la atención y atrae a los frustrados sin horizontes. Si no hay trabajo social firme y decidido, no se podrá acabar con la delincuencia.
Se podrían tomar medidas extremas desde Interior y Policía y no pasarán de un mensaje en los medios informativos, sino se va a la raíz del problema.
Hay que integrar a todos los organismos que inciden en el barrio para luchar contra la delincuencia. Ahí deben de ir las iglesias, los pequeños comerciantes, las amas de casa, y ofrecerles la asistencia que sea necesaria.
Mientras se debe integrar plenamente a la justicia para que sea severa, con el que tenga que serlo, pero también valore, en casos ligeros, actuando con un rostro humano.
Salvar al país de la delincuencia es una lucha de titanes. Hay múltiples razones para que se formen esos reductos, pero también tiene que haber la protección social al ciudadano desamparado
Es preocupante la ola de violencia. El remedio no puede ser el simple intercambio de disparos. Todavía hay tiempo de que con ayuda social amplia, se salve a la sociedad de la violencia desmedida. ¡A trabajar!.
Por: Manuel Hernández Villeta