El caso de los exfuncionarios detenidos por sus supuestos vínculos con un mayúsculo escándalo de corrupción no constituye desafío alguno para el Ministerio Público.

Pero su titular, Miriam Germán, sabe más que nadie que por las implicaciones tiene que manejarse con la mayor prudencia.

Tiene que evitarse por todos los medios que por protagonismo o algún desliz el proceso trascienda lo jurídico para caer en lo político. Por su formación y larga experiencia la procuradora conoce de las implicaciones de un caso que involucra a tres influyentes ministros de un partido que todavía es una fuerza importante.

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Si es necesario hay que recordar que el proceso, que ya ha sido cuestionado y objeto de incidentes, tiene que llevarse en los tribunales y no fuera de ellos. Por tanto, la magistrada tiene que velar para que el caso no se desvíe de su cauce.