Hasta la curiosidad invita a conocer la isla Saona, una zona que durante la dictadura de Trujillo se utilizó como una cárcel.

Durante muchos años sumida en el abandono en los últimos tiempos el territorio, con una superficie de 110 kilómetros cuadrados y 25 de longitud no solo ha sido rescatado, sino convertido en un atractivo turístico.

Las excursiones son frecuentes. Parte de su historia es la cueva de Cotubanamá. Catuano y Mano Juan son sus asentamientos humanos.

Los hospedajes y los campamentos han disparado la alarma de los residentes en el lugar, a pesar de que constituyen una fuente para la subsistencia.

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La Saona no puede cerrarse a los visitantes, pero tampoco debe permitirse que el comercio la arrabalice. Las construcciones ilegales han comenzado a ganar terreno, a pesar de las regulaciones impuestas por las autoridades.

Los espacios de la isla, que es área protegida y reserva científica, han comenzado a ser disputados por extranjeros que se han instalado en el lugar. El desarrollo de la zona, donde se filman películas, se ha convertido en una señal de alerta para la ecología y el turismo.

El Ministerio de Medio Ambiente y demás autoridades tienen que evitar que la isla, rodeada de hermosa playa, se arrabalice. Tienen que tomarse todas las medidas que sean necesarias para preservar el atractivo y la belleza natural de la zona.