Si el presidente Donald Trump quiere volver a la Casa Blanca, no tiene impedimentos legales para intentarlo. Hay antecedentes, como el caso de Grover Cleveland, quien ganó las elecciones de 1893 después que había fracasado en su intento de reelegirse en la contienda de 1889. Pero mientras tanto Trump tendrá que marcharse. Y mejor sería si como el compadre de la canción lo hace en paz.
Si todavía no se daba por vencido, el mandatario ha recibido el tiro de gracia sobre su derrota en las elecciones estadounidenses con la afirmación del secretario de Justicia, William Barr, en el sentido de que no se ha encontrado ninguna evidencia de fraude que pueda cambiar el resultado del proceso.
Más demoledor no puede ser el veredicto contra los inútiles alegatos del polémico gobernante. Aunque ha fracasado en múltiples recursos y el recuento en varios estados no lo ha favorecido, Trump insiste en que su rival, el demócrata Joe Biden, se benefició de un supuesto fraude en el que se utilizaría hasta tecnología chavista.
Después de las afirmaciones del secretario de Justicia, quien indicó que se han investigado todas las denuncias sobre supuestas irregularidades sin encontrar ningún indicio de fraude que pueda alterar los resultados de las votaciones, al actual mandatario no le queda más alternativa que aceptar su derrota, por más amarga que sea. No importa que al hacerlo deje abierta la posibilidad de tratar de volver en las votaciones de 2024, pues después de todo nada se lo impide.

