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Testigo: Oportunidad y talento

Testigo: Oportunidad y talento

José Antonio Aybar

Muchos se preguntaban de dónde había sacado tanto talento ese muchacho.

Es heredado, decían algunos conocidos de su padre guitarrista, muerto por la cirrosis hepática como consecuencia de  su bebedera consuetudinaria.

De su madre solo recuerda una falda negra que junto a una maleta salía por la puerta de la sala hacia un rumbo del que nunca regresó. Dos años después, a los ocho, vio partir a su padre en un féretro color negro en el que también se fueron sus días de soledad, el constante olor a alcohol y la miseria que le acompañó hasta entonces en el barrio Pekín de Santiago.

Una tía materna se lo llevó a vivir con ella a la capital y hasta los 12 años tejió sueños entre las cuatro paredes que habitaba en el centro de una guardería de Villas Agrícolas. A esa edad perdía a quien sirvió de madre sustituta cuando su progenitora decidió abandonarlo junto a su padre.

El callejón de Marina llevaba hacia el fondo del patio del caserío donde se juntaban Balilo y los demás muchachos músicos cada domingo, en una especie de copy band que interpretaba los éxitos salseros y merengueros del momento.

Balilo era la voz cantante y con su viejo piano dirigía a los demás frente a aquel público de vecinos que entre canto, bebida y baile, se fundían en el esperado mini concierto dominguero.

Allí se dio cuenta Fernandito que algo mágico ocurría en su estado de ánimo cuando escuchaba las notas del piano. Cada canción era un descubrimiento y entonces sí, se dio cuenta de que por primera vez sabía cuál sería su destino, y qué lo llevaría hacia él.

Cada domingo esperaba a las puertas del callejón a su ídolo, Balilo, a quien ayudaba a cargar el piano hasta el centro del patio. Antes de iniciar el concierto, el buen Balilo le enseñaba las  notas musicales al muchacho, quien al poco tiempo ya sabía tocar algunas canciones.

Cada domingo era un aprendizaje.

Con el tiempo Balilo le fue soltando el piano a Fernandito, quien ya con 15 años interpretaba dos o tres canciones en el mini concierto dominguero.

Un domingo, cansado de esperar a las puertas del callejón de Marina, Fernandito decidió entrar al patio y allí se encontró con los demás músicos llorando la repentina muerte de Balilo.

Al siguiente domingo los músicos regresaron con piano nuevo y anunciando al nuevo director. Fernandito recordó a su maestro y en el piano demostró de quién “heredó” su talento.