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Todo Molina, tercer concierto temporada sinfónica

Todo Molina, tercer concierto temporada sinfónica

Aunque mi amistad con el maestro titular de la Orquesta Sinfónica Nacional, José Antonio Molina, es de reciente data, he podido a través de su persona conocer plenamente el significado de la expresión “la grandeza de la humildad”.

Leer cualquiera de las reseñas biográficas de este consagrado cultor de las diferentes vertientes del arte musical pone de manifiesto que se trata de uno de los más reputados directores sinfónicos del viejo y el nuevo continente.

En son de broma le he dicho que me gustaría verlo dirigir todos y cada uno de los conciertos de alguna de las futuras temporadas sinfónicas.

Su respuesta ha llegado con rostro enseriado, afirmando que disfruta plenamente cuando asiste a la actuación certera de un buen director.

Así es el excelente ser humano que el jueves 26 de septiembre, en el Teatro Nacional, celebrará sus 35 años de carrera como director orquestal, y los 10 años al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional.

En un concierto titulado Todo Molina, escucharemos sus composiciones Fanfarria Novi Temporis, el Cuarteto Caribeño y el Merengue Fantasía.

El director residente de nuestra máxima institución musical, Santy Rodríguez, trazará la senda melódica en el merecido homenaje a un talento de la más universal de las bellas artes.

La Fanfarria Novi Temporis, afortunadamente para disfrute del universo melómano dominicano, la compuso por encargo del afamado pianista y director sinfónico francés Philippe Entremont.

Fue creada en el año 2007 con motivo de la conmemoración del décimo aniversario del Festival musical de Santo Domingo.

Se inicia con un primer tema de los cornos consistente en una serie de diez notas, el cual reaparecerá interpretado por la familia de los metales.

Un segundo motivo surgió inspirado por un ritmo popular que se escuchó y bailó mucho en América latina, conocido como mambo, liderado por el músico cubano Dámaso Pérez Prado.

Un coral interpretado por el quinteto de los metales le sigue, con una atmósfera reflexiva, que abre paso a una tonalidad brillante que pone fin a la pieza con una coda triunfal.

El Cuarteto Caribeño para Cuerdas es una composición de tres movimientos: Saoco, Vuela Sarambo, Vuela, y Danza Típica. Fue dedicada a sus padres los destacados exponentes del arte musical Papa Molina y Josefina Miniño.

Con la inspiración del autor afincada en el son cubano fue escrito el movimiento Saoco, especialmente en su estructura rítmica, con una acertada mezcla de instrumentos como el bongó, la tumbadora, la paila o timbal y el cencerro.

El maestro Molina considera que la parte melódica y armónica es la más experimental y osada del movimiento, y la describe como una expresión del color con que percibe estos ritmos que escucha desde los días de la infancia.

De el Vuela Sarambo, vuela, el compositor expresa que es un canto al mar y a la tierra caribeña, y principalmente al sol tropical que nos toca cada día.

Afirma que es la primera de sus obras escrita pensando antes en las palabras que en los sonidos.
Y añade que a través de ella quiere hacer volar sus notas a todos los rincones del universo, simbolizando los sacrificios que enfrentan las naciones caribeñas en su lucha por alcanzar su desarrollo definitivo.

Basado en el Sarambo y el Chenche Matriculado, la Danza Típica del tercer movimiento es un scherzo con la atmósfera de una gran fiesta campesina.

El pianista, director, compositor y arreglista laureado que es su creador, señala que este movimiento es una celebración y un rito a la identidad de nuestros pueblos caribeños, y un canto a sus raíces y costumbres.

La Fantasía Merengue es en su forma una rapsodia, y tiene una duración aproximada de treinta y cinco minutos.

Su fundamento musical está basado en las diversas modalidades del merengue, como son el pambiche y el bolemengue.

Una tonada original es usada como leit motiv durante el desarrollo de la pieza con la utilización del corno inglés.

El maestro Molina respeta los temas tradicionales a veces en su forma natural, y en ocasiones elaborados o transformados, pero respetando siempre sus raíces y esencias.

Esta fantasía se orienta hacia un variadísimo colorido desde un pequeño quinteto de vientos hasta una masa orquestal de explosiva sonoridad, culminando en un clímax de enorme y bella fibra lírica.

Por lo antes escrito, el jueves 26 los asistentes a la sala principal del Teatro Nacional tendremos un anticipo de la música celestial.

El Nacional

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