Opinión

Tránsito y transporte

Tránsito y transporte

Carlos Manuel Estrella

El sistema de tránsito terrestre y de transporte en sus dos modalidades, de pasajeros y carga, representa dos problemas ancestrales que se arrastran como deuda social de gobiernos y que parecen cáncer a punto de metástasis cuando el pueblo exige revisar y transparentar el precio de los combustibles.
Los protestas callejeras promovidas por empresarios transportistas, quienes antes se hacían llamar “sindicalistas”, por la diversidad geográfica en que se producen y los miembros del oligopólico que las convocan, constituyen focos de inestabilidad social que deben preocupar en esferas gubernamentales.
Las recetas oficiales para satisfacer la creciente demanda de transporte de pasajeros se han constituido en multimillonaria sangría económica contra el erario por la importación de flotillas de autobuses que hoy son cementerio de chatarras que beneficiaron a mafias de turno.
El intento más serio de encarar el problema con soluciones de largo alcance, según modelos internacionales exitosos, es el sistema de trenes o metro que necesariamente tiene que ser subsidiado por el Estado y que debe ser base de eficiencia oficial para satisfacer la demanda de pasajeros.
Con respecto al transporte de carga, otra mafia de empresarios que domina la actividad en los puertos, ha mantenido de rodillas a los gobiernos en perjuicio de importadores y usuarios particulares, imponiendo un monopolio que la Constitución prohíbe y tribunales han condenado.
Tránsito y transporte se combinan como dos aspectos claves para el desarrollo sostenible de actividades económicas, productivas, educativas, sociales y de esparcimiento y, en fin, que su oferta de calidad y suficiente bajo responsabilidad oficial es imprescindible para el verdadero desarrollo humano.

El Nacional

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