Opinión

Transparencia, participación

Transparencia, participación

De acuerdo al ministro de Educación, y desde su punto de vista, la transparencia, la participación y la eficiencia, son “los tres pilares de esa nueva institucionalidad porque eso es lo que nos va a garantizar, nos va a permitir el desarrollo sostenible de un pequeño país, pero de una gran nación que se llama República Dominicana”. Y aunque esos contrafuertes podrían ser más, vamos a acordar con él que, para empezar, serían suficientes.

La transparencia, como valor humano, es permitir que las personas entiendan claramente el mensaje que se les proporciona y en buena democracia, exige que las instituciones asuman el rol responsable, que garantice el acceso, la apertura y la visibilidad de mantener a la ciudadanía informada, como centro del quehacer político que es.

La participación, como la acción de concurrir activamente en los espacios, implica necesariamente la igualdad de oportunidades entre una y otra mitad de la humanidad y es, en ese sentido, un acto base de la democracia porque interviene directamente en la conformación de la administración política del Estado o de cualquier institución que le sirva.

Y la participación igualitaria es esencial para construir cualquier actividad democrática, y en una sociedad de tales pretensiones, se debe asegurar la igualdad de oportunidades y los mismos derechos de participación a hombres y mujeres para un desarrollo equitativo pleno.

La eficiencia, es la capacidad para lograr un fin, empleando con el mínimo de recursos posibles o en el menor tiempo posible.

Como el ministro de Educación también invitara al estudiantado nacional a trabajar “desde sus familias, desde sus comunidades por una nueva ciudadanía, pero también por una nueva institucionalidad en nuestro país”, hay que contarle que esta sociedad está cansada de discursos que señalan el “deber ser”, porque hace mucho tiempo que lo ideal y quimérico, ha sido destruido estamos ante una ciudadanía sumida en la indefensión, que no sabe qué hacer.

Y una causa de este vacío es precisamente, la falta de paradigmas sociales y políticos, porque aquí, desde hace tiempo, no hay transparencia, ni participación equitativa -de género, clase, creencias- y mucho menos eficacia, en un país donde la sobrevaloración, la corrupción y el enriquecimiento ilícito son crímenes cotidianos e impunes, desde los gobiernos mismos.

Como el discurso clausuraba la duodécima versión del Modelo Internacional de las Naciones Unidas del Ministerio de Educación (MINUME 2018), hubiera sido leal reconocer que estamos fracasando por la insistencia de seguir cometiendo los mismos errores, desde una práctica política empañada, desvinculada e ineficiente.

¿Para qué seguir engañándose?

El Nacional

La Voz de Todos