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Visión maniquea

Visión maniquea

Manuel Fermín

La política nos da a veces motivos para sentirnos complacidos y de poder comprobar con asertividad, lo que tantas veces hemos expresado de que la Historia a la callada se venga. Hoy, somos testigos de cómo son las cosas cuando estamos en la oposición y cuando llegamos al Gobierno.

El mito de pureza y de racionalización del gasto público, se desmorona cuando se alcanza el poder. Ha pasado con los viajes presidenciales al exterior, hecho este que lleva al actual jefe del Estado a ser referente de que con este comportamiento no se imponen límitesa sus desplazamientos al exterior, que aún los amplios detalles de sus nobles fines, alcanza en casi 5 años números para récords. ¡Válgame Dios!, con 38 viajes se acerca al expresidente Leonel Fernández, a quien se le sometió al vilipendio por un amanuense que le hizo los cálculos de los suyos.

Pero, de la noche a la mañana, el gran intelectual, aquel hombre tan admirado que del mundo de las letras pasó a ser un gran “diplomático a la carrera”, quedó reducido al silencio, vencido por la realidad. Esa visión maniquea de los viajes presidenciales: los de aquel, cargados al de un insostenible gasto público, y callar de dónde se sostienen los de hoy.

Ante esa dificultad para diferenciarse del dispendio en que incurría el señor Fernández y la del Presidente actual, y que aquello acabaría si gobernasen sus parciales, es el carácter contradictorio de ejercer la política con indecencia, a la alternativa solvente de una práctica sensata y coherente.

Pienso que esta “venganza” de la Historia ha sido lapidaria para que no se incurra en la desfachatez de “apreciar una paja en el ojo ajeno y no una viga en el suyo”, parafraseando al Señor.Lo comprensible es que este tipo de argumento de mala fe no les sirva a los trepadores de cargos públicos y prebendas, que entiendan de una vez y por todas que “el poder hace que se asienten las rutinas”.