ESTO PIENSO, ESTO CREO

Vivimos en medio de absurdidades y teorías mostrencas

Vivimos en medio de absurdidades y teorías mostrencas

Muy cuesta arriba se me hace, dentro de la impotencia que siento, el hablar sobre una serie de males que, como sociedad, estamos viviendo en estos momentos, donde al parecer, las buenas intenciones sobran, pero, las ejecuciones de estas brillan por su ausencia.

Cual pandemia maldita, hoy vivimos arropados por una serie de funcionarios afuncionales, carentes del más común de los sentidos, es decir, del sentido común, donde lo lógico no tiene ningún significado para ellos.

Considero que en realidad son cobardes que temen enfrentarse a los problemas y prefieren irse por la tangente y tomar a los mismos solo como justificaciones para argumentar sus inoperantes operaciones.

Indignado me siento, cuando los veo tomar decisiones que solo sirven para encubrir sus irresponsabilidades, es decir, tratar de llamar la atención sobre otra cosa que solo forma parte del problema en la forma, no en el fondo. 

Y no podría ser de otra manera mi sentir, cuando desde la chapucería -hasta ahora-ejecutada en el km 9 de la autopista Duarte, para avanzar unos tres km, me tomó una hora con 35 minutos, mientras el director de la “Intran-te” o “Dege-nose”, se ufanaba de poner un plan piloto para los alcoholímetros, que, de entrada, solo están llamados a molestar, abusar y recolectar multas mientras los tapones por falta de la efectiva acción de estos mismos, se hace inocultable. Y no dijo que estos aparatos no sean necesarios, sino que, no son el problema.

En tanto, continúan conjeturando y teorizando donde el infierno, -de acuerdo a lo que el hombre nos ha mostrado o hecho creer-, queda muy corto con relación al infierno de los tapones, creados por la inacción de los dirigentes y componentes de la “Digenose” o la otra cosa que reúne a los Amet o cual nombre lleven, que solo fueron efectivos cuando su creación y la gestión cuasi perfecta de un buen gerente y un excelente Operativo, siendo que después, estos organismos, borrachitos de ese triunfo, en vez de asentarlo, decidieron expandirlo sin control alguno, debilitándolo y desmembrándolo en pedacitos.

Pero las consecuencias de este desmadre en el transporte apenas comienzan a verse y quizás muy pocos lo hacen y, claro está que entre estos no se encuentran quienes dirigen estos organismos y mucho menos, político alguno que le ponga asunto.

Nos referimos al trauma mental que sufren centenares de miles de personas, que a diario sufren este caos vehicular, las cuales pasan unas siete horas solo para llegar a su trabajo y regresar a su hogar, en tanto luchan con un tigueraje barrial llamados motoconchistas, para los cuales no existe ley alguna.  

¿Saben esto esos funcionarios? No, no lo saben, ya que ellos viven dentro de una burbuja de engreimiento y teorías que no le permiten percibir esto. Y no solo debemos de referirnos a este tipo de trauma, sin referirnos a lo económico, sin cuestionar si saben cuántos cientos de miles de galones de combustible se pierden en esas horas que se pasan en los tapones; las penurias físicas, las pérdidas por las imprudencias de motoristas, que rayan o rompen componentes de vehículos en tanto ellos hacen sus osadas maniobras de zigzagueos, que les ponen los pelos de punta a cualquiera.

Definitivamente, vivimos en medio de absurdidades, mientras los funcionarios llamados a funcionar teorizan y  el pueblo padece sus desvaríos, inclusive,  las señales de no estacione, con total descaro, son obviadas ya que, por parte alguna aparece alguna grúa o autoridad que las haga cumplir, como sucede por igual en las esquinas y los pases de peatones que, aún y los vehículos medio la respeten, para los motoristas, llanamente, esto no existe y aun así, estos politiqueros en vez de tomar carta en el asunto, continúan teorizando.

Desgracia mayor no podría ser, pero, será mucho peor de continuar este mismo camino de irresponsabilidad, clientelismo político y farandulearía. Esto parecería duro, pero, así es. ¡Sí señor!

El Nacional

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