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¡Ya está bueno!

¡Ya está bueno!

Alberto Quezada

En la República Dominicana una gran parte de la población que habita en ella han decidido borrar de su tejido social todo vestigio de vergüenza, decoro y dignidad. Ya todo es placer, desvergüenza y egoísmo, pregonan algunos.

Esta es una media isla desmoralizada, plagada de laceraciones que han quebrantado no solo su ánimo nacional, sino también el aliento y las ganas de seguir adelante por el camino de la decencia, lo correcto y ético, lamentan otros.
Sin darnos cuenta nos han convertido en una nación caribeña en donde todo es consumo, lujuria, desenfreno, ya no hay espacio para la reflexión, creatividad y autenticidad, insisten.

Prosiguen diciendo que la posmodernidad nos enloquece, la inteligencia artificial nos confunde, la tecnología nos envilece y nos convierte en máquinas oxidadas incapaces de interpretar el tiempo presente y su elocuente realidad pasmosa.

Los códigos de este tiempo son otros, parecen venir de otra galaxia en un lenguaje incomprensible y plagado de puñales dispuestos arrasarlo todo, a dejarnos sin nada, incluso hasta sin aliento.

Así estamos, a eso nos han llevado los malditos hijos del lobo y hermanos de la serpiente, esos mismos que llevaron hasta el último filo el cuchillo y arrasaron todas las rosas, como escribiera el poeta chileno Pablo Neruda.

Pero debemos resistir, abrazados a este otro fragmento poético del premio Nobel de Chile y autor del libro “Canto General”: “Podrán cortar todas las rosas, pero jamás conseguirán detener la primavera”, porque cuando a un pueblo decide ser arquitecto de su propio destino no hay fuerza humana que lo detenga.

Y yo pienso, me pregunto y digo ¿cuándo va a salir un día alguien con su rostro más plebe, más grave, paupérrimo, para decir entonces solamente, ¡señores, ya está bueno!?