Cuando llega la primavera, los animales abandonan sus refugios para irse a las praderas.
Un día un lobo hambriento descubrió un caballo precioso, pero el caballo es un animal demasiado grande para servir de alimento a un lobo.
Esto motivó que el lobo preparara un engaño para el caballo.
Inmediatamente el lobo estableció una conversación con el caballo. _ ¿Sabes, querido amigo, que yo conozco todas las plantas de esta pradera y para qué sirve cada una de ellas? Si te duele algo dímelo y yo te curaré.
El caballo, que era muy desconfiado, comprendió el intento de engaño del lobo y respondió: _ Acércate, amigo. Se me ha clavado una espina en la pata que me hace mucho daño. ¿Podría aliviarme ese dolor?
Seguro de que el caballo había caído en su trampa, el lobo se acercó rápidamente y le dijo:
_Por supuesto. Te lo curare en seguida y además gratis. Para eso están los amigos, ¿no?
El lobo se acercó a la pata del caballo y ¡toma!, de una patada certera dejó al lobo fuera de combate.
_ Me está bien empleado -dijo el lobo-. Cada uno debe dedicarse a su oficio. ¿Por qué, si tengo la profesión de carnicero, me habré empeñado en ejercer la medicina?