El presidente Luis Abinader, en su comparecencia ante los medios de comunicación del Grupo Corripio, dijo que más que la crisis migratoria, el problema que confronta República Dominicana ante la crisis de Haití, es de seguridad nacional, lo que constituye una verdad del tamaño de una montaña.
Las pandillas de Haití han ampliado el control sobre Puerto Príncipe, incluido el estratégico barrio de Citi Soleil, pero también en otros muchos poblados, incluido uno que se localiza apenas a 60 kilómetros de la frontera, en escenario de violencia con saldo este año de más de 4,500 muertos y 700 mil desplazados.
Jimmy “Barbecue” Cherizier, líder de la coalición pandillera Viv Ansanm, anunció que se dispone a tomar por asalto la sede del Consejo Presidencial (CPT), con el propósito de derrocar al gobierno que estrena un nuevo presidente, lo que puede ser posible debido a la debilidad de la Policía Haitiana y de la Misión liderada por Kenia.
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Un informe de inteligencia, al que ha tenido acceso Listín Diario, revela que las armas que usan las bandas haitianas provienen desde Estados Unidos, fabricadas en una armería de Houston, Texas, y que un ex congresista haitiano ha recibido 34 envíos desde Miami. Es probable que algunos de esos cargamentos ingresaran a Haití por puertos dominicanos.
El Consejo Presidencial de Haití ha nombrado a Vladimir Paraison, como jefe de la Policía, en sustitución de Rameau Normil, otro oficial con tan mal desempeño que fue abochornado en público por el entonces primer ministro, con el presagio hoy de que se repetirá la historia tintada en tragedia.
En Haití no hay planes para combatir o disminuir el poder destructivo de las bandas que ya han conquistado el 45% del territorio sur, como lo demuestra el hecho de que la Policía dispone entre US$26 a US$29 millones para contratar personal y adquirir equipos, sin lograr desembolsar ni un centavo por falta de gobernanza.
La estructura delictiva de las pandillas se consolida con la adquisición de más armamentos, la operación de una industria del secuestro y extorsión, asociación con el narcotráfico internacional, que le permite financiar al crimen y desafiar al débil gobierno representado por el Consejo Presidencial de Transición.
No se niega que el tema migratorio representa un reto para el gobierno y el dominicano ante el riesgo de que se incremente el ingreso de indocumentados aguijoneados por el agravamiento de la crisis haitiana, pero el peligro mayor se relaciona con la seguridad nacional, como ha advertido el presidente Abinader, quien dijo que las bandas ya están a 60 kilómetros de la frontera.