Luego de objetivas percepciones dejadas por los sondeos, ¡no son certezas!, se marcan evidencias constantes de que Leonel se posiciona en el segundo lugar en todos los resultados. Es decir, que las candidaturas más enfrentadas entre sí son las de Abinader y Leonel.
Cada vez más tienen visos de duelo. Podría interpretarse que el posicionamiento de Abinader supone un revés para la oposición, sin embargo, también representa la peor pesadilla para el oficialismo pues pese a lo que pueda parecer, las cosas están bastante complicadas, y aparece que más de un 50 % de los dominicanos ve con escepticismo el país; que este se dirige en la dirección incorrecta, según mujeres y jóvenes.
Pero lo más preocupante revelado por la encuesta de MP/S es que el Presidente no sobrepasa el 50+1 para ganar en primera vuelta, ¡y no crece!, y esto sorprende. Ello ha desatado una sedicente e insolente campaña con el fin de descalificar a Fernández por voces y plumas de reconocida trayectoria en el inquilinato político, construyendo mentiras, tratando de sembrar desánimo en el voto que pueda favorecerle.
Un apoyo en segunda vuelta o en coalición con el peledeísmo no iría contra natura, porque la naturaleza no existe en política, y mucho menos contra su propia historia; él lo conjura. Este pragmatismo es entendido por Leonel como la fórmula del éxito: cooptar con todos los representantes de las clases sociales y políticas, incluso ciertos excompañeros del viejo partido, la gran losa de él por el alto coste que podría pagar.
Pero su tacticismo, buen gestor, visionario del cambio de lo tradicional a la necesidad social de hoy; candidato con peso electoral, su propia relevancia, un mercado electoral para crecer, y un discurso incisivo, diría como la ranchera aquella que lo importante no es ir de primero, sino saber llegar.