Radio Guarachita nos reiteraba diariamente que nos llevaba rumbo al futuro. Nunca nos dijo cuál futuro. Era la promotora por excelencia de la música rural, típica, hasta que descubrió un ritmo atado a la persona, a los sentimientos: la bachata. Un nuevo reflejo de la sociedad.
Entre los años sesenta y setenta la locución de esta estación radial fue diciéndonos al compás de su programación, de sus avisos o servicios al ciudadano, quiénes y cómo éramos los dominicanos desde el 1960 y hasta el cierre de los años setenta. Cuando esta estación radial desapareció del gusto popular su salida nos indicó un cambio en nuestra sociedad.
La sociedad dominicana iba dejando atrás su condición rural con todo lo que comprendía. Nuevos estilos de vida (modelos culturales, ideas políticas, pasiones) surgía entre nosotros. Nos adecuábamos, y aunque la emigración campesina crecía alimentando la marginalidad, lo cierto era que nos trasfigurábamos. Éramos otros rumbos al futuro.
Tengo la creencia o percepción de que un hecho político produjo un cambio radical en la mentalidad de todos nosotros: la llegada de Antonio Guzmán y el PRD. Por otro lado, la política de construcción de multifamiliares o reconstrucción de barrios populares también debió de contribuir con el surgimiento del nuevo criollo, a los cual un tercer factor se coloca como la tapa al pomo: la entrada y salida a Estados Unidos de América, “a los nuevayores”.
Cuando Balaguer vuelve a la presidencia de la República, en los noventa del pasado siglo XX, otra era la sociedad dominicana. Una nueva generación, alejada de los clubes políticos, culturales y deportivos. Volviéndose apática respecto de la política, de las ideologías. Era el final del siglo XX. La individualidad de la persona urbana versus la población campesina que igualmente iba en ser otro hombre, siguiéndole los pasos, muy de cerca, a ciudad.
