Franklin Valdez dice que saquearon su negocio valorado en RD$300,000 y su casa. /Foto Guillermo Burgos
Lodazal, insalubridad, incertidumbre, el hambre y un ambiente de miseria reinan en entre los afectados del desalojo que se ejecutó en el sector Los Solares, Cancino Adentro, del municipio Santo Domingo Este, donde ya a cuatro días del hecho, mujeres, niños y negociantes sufren las secuelas y la ruina.
En esta demarcación, específicamente en la parcela 169 – A, alrededor de 200 familias quedaron en la intemperie tras el desalojo forzoso y sin previo aviso realizado por una turba que no solo se conformó con destruir las propiedades, sino, también, que saquearon y violentaron a quienes se opusieron.
Miguelina Valdez, una joven de 21 años y que en está embarazada, narró que los perpetradores no respetaron su integridad y condición de siete meses en gestación. “Me agredieron física y verbalmente. Otra vecina de al lado que está recién parida también la sacaron de su casa como si fuera un animal. Se burlaban en nuestra cara”, dijo.
Indicó que tanto ella como más de una docena de mujeres se refugiaron en una iglesia cercana, donde se le dificulta hacer sus necesidades básicas y duermen “apiñados” con los niños también. Dice que buscan la forma de cómo trasladarse, al menos ella, hacia otra casa porque no quiere poner otra vez en riesgo su bebé, pero que no cuenta con dinero para alquilar un hogar.
La parcela desalojada queda detrás de varios proyectos inmobiliarios en construcción y una cadena de supermercado reconocida. Los afectados indican que detrás de este hecho supuestamente se encuentra una entidad financiera, la cual reclama la titularidad de estos terrenos.
Sostuvieron que la turba, encabezada por un supuesto teniente coronel de la Policía e integrada por agentes y civiles, llegó pasada las 6:00 de la mañana del lunes, de improviso y con seis camiones cerrados, los cuales utilizaron para cargar con los electrodomésticos de las casas y mercancías de los negocios que fueron destruidos.
Yudelky Perdomo, otra afectada, explicó que ese sector tiene más de 12 años de fundado. Que los lugareños no se consideran invasores, ya que “firmaron papeles” a quienes les vendieron.
Agregó que la condición de los niños es penosa y triste. “Están sin ropas, comiendo lo que aparezca y quedaron con traumas psicológicos”, describe.