Moscú.- El difunto líder opositor ruso, Alexéi Navalni, murió envenenado en una prisión ártica en febrero de 2024, según los análisis clínicos realizados por laboratorios extranjeros, cuyas conclusiones ha dado a conocer este miércoles su viuda, Yulia, que acusa al Kremlin de ordenar su asesinato.
“Mi marido, Alexéi Navalni, fue envenenado. Esto no son palabras vacías y tengo todos los motivos para decirlo”, aseguró hoy en un vídeo de casi cinco minutos colgado en X.
La familia, la oposición, médicos independientes y las cancillerías occidentales nunca se creyeron la versión oficial de que Navalni murió súbitamente por causas naturales, debido a una arritmia, en la penitenciaría IK-3 de la localidad ártica de Jarp (distrito autónomo Yamalo-Nénets).

El presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró en su momento que había aprobado su canje poco antes de su muerte, que calificó de “triste suceso”, pero los aliados del opositor acusan precisamente al jefe del Kremlin de facilitar su deceso al bloquear dicho intercambio.
Envenenamiento como en Siberia 2020
“Nos las arreglamos para transferir el material biológico de Navalni al extranjero (…) Laboratorios de al menos dos países examinaron estas muestras y llegaron a la misma conclusión- Alexéi fue asesinado. En concreto, fue envenenado”, asegura Naválnaya, residente en Alemania.
Navalni ya había sido envenenado en agosto de 2020 en Siberia con el agente químico Novichok, tras lo que estuvo varios meses ingresado en una clínica berlinesa. A su regreso a Rusia a principios del año siguiente, fue detenido y ya nunca más vio la luz del día.
La viuda subrayó que su marido “murió en una colonia penal más allá del Círculo Polar Ártico a la que fue trasladado dos meses antes de su muerte, claramente, a propósito«.
“Durante los tres años que pasó entre rejas su salud empeoró y empeoró. No sólo querían matarlo. Trataron de romperlo. Le atormentaron con hambre, frío y aislamiento total”, señaló.
A Navalni “se le mantuvo durante largos períodos en una celda de castigo sin bienes personales, ni libros, ni siquiera un bolígrafo o un papel. Todo lo que tenía eran seis metros cuadrados de espacio, una taza, un cepillo de dientes y una cama plegada contra la pared durante el día, lo que imposibilita tumbarse en ella».
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Destaca que “los asesinos trabajaron con cuidado para borrar el rastro, pero conseguimos salvar algunas pruebas. En febrero de 2024 nos fue posible hacernos con materia biológico de Alexéi y colarlo con cuidado a través de la frontera».
Sus últimos minutos con vida
Naválnaya relata en el vídeo los últimos minutos de vida de su marido, el enemigo número uno del Kremlin.
“Fue en esa celda de castigo donde lo mataron. El 16 de febrero de 2024, alrededor de las 12-10 Alexéi fue llevado a su paseo programado (…) Poco después del comienzo del paseo, Alexéi golpeó la puerta y dijo que se encontraba mal. Cuando se abrió la puerta, estaba en cuclillas en el suelo (…) Dijo que su pecho y estómago ardían. Luego empezó a vomitar”, señala.
Según el testimonio de algunos funcionarios de prisiones, “Alexéi tenía convulsiones, respiraba mal y tosía«.
“Los guardas dejaron solo a Alexéi en la celda y cerraron la puerta. Tan sólo cuando el jefe de la unidad médica volvió de comer, ordenó su traslado a la enfermería y llamó a la ambulancia. La ambulancia fue llamada más de 40 minutos después de que Alexéi empezara a encontrarse mal”, relata.
Añade: “En ese momento ya estaba inconsciente y el equipo médico trató de reanimarle sin éxito. A las 14-23 el monitor cardíaco dejó de mostrar actividad».
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El Kremlin se negó hoy a comentar dichas acusaciones después de que un tribunal ruso se negara el martes a abrir una causa penal por el supuesto asesinato de Navalni en prisión.
Naválnaya exige publicación de los análisis
Al tiempo que admitió que los países occidentales “no tienen base legal para incoar causas criminales”, tampoco quieren que “la inconveniente verdad salga a la luz en el momento equivocado».
“Pero yo sí tengo la base. No legal, sino moral. Alexéi era mi marido y era mi amigo. Era un símbolo de esperanza para nuestro país. Putin mató esa esperanza. Tenemos el derecho de saber cómo lo hizo”, afirmó.
Por ello, exige a los laboratorios que “publiquen sus resultados» y dejen de “complacer a Putin”, ya que -adujo- “quizás incluso ahora alguien está muriendo por otro envenenamiento de Putin».
“La única forma de enfrentarse a Putin es actuar con coraje y franqueza. Exijo esto para mí, para mis hijos, para los padres de Alexéi, para nuestros partidarios en Rusia y para todos aquellos alrededor del mundo que luchan por la libertad y la verdad. Todos merecemos saberlo”, insistió.
Desde su muerte las autoridades rusas han intentado borrar todo recuerdo del único opositor que ha logrado tambalear los cimientos del Kremlin con sus denuncias de corrupción en la administración pública y las manifestaciones más multitudinarias desde la caída de la URSS.