He pensado tantos años en lo que somos y lo que deberíamos de ser; en el cómo avanzamos dos pasos y poco tiempo después damos cuatro hacia atrás que, con el arribo de una generación fabricada exclusivamente para ser elitistas, para gobernarnos, que ya hasta el pensar bien, se convierte en una amalgama de pensamientos que se hacen erráticos, que ni nosotros mismos logramos ubicarnos en que tornado es que estamos girando.
Estamos en medio de una época que podría o debería llamarse la de los “popis”, de los “peluches”, la de los hijos de los políticos, que, por medio a ellos, planificaron su permanencia en el poder, principalmente, en el manejo del Estado. Son, en su gran mayoría, jóvenes con una formación académica extraordinaria, planificada a su más mínimo detalle y, sobre todo, pagada con los dineros del Estado, si, esos mismos que todos pagamos, pero que, no son dirigidos a las grandes masas si no, a los partidos políticos y sus dirigentes.
Estos jóvenes han llegado, y, continúan llegando a altas posiciones, sin quizás nunca haber ejercido la profesión, solo abalados por su bien lograda hoja de vida y, claro está, la avalía de sus progenitores. Entiéndase, que solo las teorías aprendidas en las aulas y su linaje político son sus principales dones y, es esto, indiscutiblemente, el por qué, en su gran mayoría, han fracasado todos, muy a pesar de haber sido “construidos” para eso, es decir, dirigir el Estado y, aun así, cual robles bien plantados, se mantienen en pie, en sus posiciones.
Quizás, aunque parezca otro tema, me parece que, si no se hubiese dictado aquella licencia de corso, es decir, “que los Presidentes no caen presos”, a pesar de ver lo beneficioso de todo lo contrario, como acontece en las mayorías de los pueblos del mundo, donde los presidentes no se juegan con eso, es posible que hoy, aquellos que propulsaron o promovieron esas acciones de hasta llegar a decir que las becas que daba el Estado solo era para los miembros del partido, hoy, otro gallo estaría cantando y otros tantos, siquiera el pico abrirían, desde Najayo.
Pero la realidad es otra, penosamente. Nos hemos llenado de teóricos disfuncionales, creadores de ilusiones que ni ellos mismos pueden hacer realidad, con excepción de sus fortunas. Pareciese que en realidad respiramos, pero, no nos dicen que la misma es asistida.
Escuché, al que considero el político más perverso, desconsiderado, hipócrita, rencoroso, acomplejado y cínico que existe en la actualidad y al cual considero como un pichón de dictador frustrado, referirse al problema de la reforma fiscal, de una manera clara, donde obvia, que él y solo él, es el principal culpable de la situación económica en que estamos, ya que, de ser otro tipo de ser humano, hubiese renunciado a todo lo que tenga que ver con política, pero, que va, hace todo lo contrario.
Pero, eso no es todo, porque si quien emitió esa famosa bula política de impunidad no lo hubiese hecho, hoy, este señor y casi la totalidad de su familia, estuviera escribiendo sus memorias, pero desde un lugar restringido, ya que, con la cantidad de dinero que de una u otra manera manejaron o tienen, no sería necesario estar hablando hoy del estado obtener más recursos por medio de impuestos.
De la destrucción institucional, iniciando por la policía nacional y las fuerzas armadas que no han permitido llevar a cabo una real y efectiva acción contra la inseguridad ciudadana nos referiremos en otra ocasión, si es que alguien quiere publicar esto y nosotros nos encontramos vivos, convencidos de que tenemos muchos nuevos héroes, pero, pocos o ningún hecho heroico. ¡Sí Señor!.
Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
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