(Y II)
En el pescuezo de la República se han entrecruzado, singularmente en el último medio siglo, decenas de estorbos económicos y sociales, que son un fastidio para la sociedad y un aprieto para los gobiernos. Como prioridad sugerimos, a ojo resolutivo, apenas cinco (espinas) de ellas:
1.- Controlar la inflación importada, por el descarrilamiento de la cadena de suministro de productos de alto consumo y evitar, a toda costa, el desabastecimiento alimenticio.
2.- Reducir drásticamente los apagones y enfriar la tarifa eléctrica.
3.- Intensificar los ingentes esfuerzos hechos para menguar la delincuencia y la inseguridad pública.
4.- Acordonar fijamente la línea limítrofe, para frenar de golpe la entrada ilegal de haitianos, y crear la Mancomunidad Cívico-Patriótica Fronteriza: gobernadores, senadores y líderes comunitarios de las provincias fronterizas, Instituto Duartiano como de Pro-Nación, para la vigilancia, la proposición y la denuncia.
5.- Reforzar los servicios de salud, con más médicos.
Abinader puede amortiguar o mediatizar estos cinco puntos, y remontarse en otros de atracción popular. En ese carril, tendrá una función de pilotaje más holgada en los últimos dos años, que son una especie de ruta crítica, y podrá evaluar más objetivamente el aseguramiento de su pre-proyecto de continuidad.
Para despejar aún más el sendero político-gubernamental como un acorazado, tres polos se proponen como un imperativo: 1) Proseguir firme en no tolerar inconductas de funcionarios, y mantenerlos a raya para prevenir descuidos en su operatividad y gestión financiera; 2) Buscar mecanismos de satisfacción de militantes del PRM que captan adeptos y defienden el voto en las urnas, y desmoronar la imagen de un gobierno empresarial, y 3) Asegurar, desde ahora, una gran alianza con pequeños partidos, para el 50% más uno.
Estemos claros -eso sí-, que ni con la varita de poder mágico de Harry Potter, absolutamente ningún presidente -cual que sea su color partidario- corregirá o regenerará, de la noche a la mañana, los copiosos y añejos déficits, privaciones, penurias, vicios y plagas que yugulan a la Nación, y que se han prolongado y agravado en el bulevar transitivo de las épocas.
Si por los constreñimientos de una batida pandémica inesperada, Abinader ha cumplir parcialmente las promesas electorales, contrabalancea con un valor agregado: su integridad, equilibrio, sensatez y diafanidad, que irradian en su alta valoración ciudadana: el 67% aprueba su gestión y el 57% le otorgaría su voto, según la encuesta RD Elige, patrocinada por el grupo RCC Media.
El aminoramiento de la colisión externa y los puntos de mejoras para los dos años restantes, y el remozamiento del tren administrativo, serían acicates para ponderar seriamente la oportunidad de un segundo período para Abinader, como -dirían los repostulacionistas a ciegas- Leonel Fernández y Danilo Medina.