Policía y Ministerio Público anunciaron el desmantelamiento en Bani de una “organización criminal dedicada al tráfico internacional de armas”, con operaciones en Miami y ramificaciones en República Dominicana, a la que ocuparon once pistolas, seis fusiles, municiones, una camioneta y dos motocicletas.
De nuevo se menciona al territorio dominicano como centro de acopio y redistribución de armas destinadas principalmente hacia Haití, pero también con previsible demanda interna, lo que representa un gran peligro para la seguridad ciudadana, si esos arsenales se venden aquí como pan caliente.
A principio de mes, las autoridades decomisaron 23 armas en el puerto de Haina, entre fusiles y pistolas de diferentes calibres; 36 mil municiones y lotes de cargadores dentro de un furgón también procedente de Miami, que tendría como destino a Haití.
La Dirección de Inteligencia de la Policía se refiere al desmantelamiento de una organización internacional que trafica armas desde el estado de la Florida, y que operaba en la provincia Peravia, donde en varias etapas fueron incautados once pistolas y seis fusiles.
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Ese cargamento de armas largas y cortas no fue decomisado en furgón cuyo destino sería algún puerto haitiano, sino en varios inmuebles de Bani, bajo control de un grupo de dominicanos, dos de los cuales fueron apresados por la Policía.
¿Quién duda que esos equipos bélicos se oferten en venta localmente?
Hay razones de sobra para presumir que al menos parte de ese lote de pistolas y fusiles serían mercadeados en territorio nacional, obviamente sin descartar la posibilidad de que se intentara introducir a territorio haitiano para uso de las bandas armadas que asolan a esa nación.
Se reconoce que los organismos de inteligencia del Estado poseen suficiente capacidad para detectar contrabandos de armas que ingresan al país por distintas vías, pero también debería admitirse que algunos de esos alijos llegan a Haití o a manos de grupos vandálicos locales.
A los ministerios de Interior y Policía, Defensa y a la Procuraduría General corresponde colocar en lista de prioridades la tarea de afrontar el creciente trasiego de armas que son adquiridas por bandas de haitianos o que circulan entre vándalos dominicanos, porque de ello depende la seguridad ciudadana.