La temperatura social en Haití está más caldeada de lo que aparenta a decir por el desafío de residentes en Juana Méndez que abrieron a la fuerza la puerta de la frontera con este país para posibilitar el intercambio comercial.

Las autoridades haitianas volvieron a cerrarla, pero la acción evidencia la desesperación y la determinación de haitianos de reiniciar el comercio con República Dominicana.

Se trata, con toda claridad, de una señal de rebeldía, que puede propagarse en la medida que se recrudezca la crisis económica en Haití.

Los haitianos no solo se expusieron al abrir el portón, sino que trataron de impedir que las autoridades lo cerraran antes de completar sus operaciones.

Además de la crisis de desabastecimiento que padecen, los haitianos reciben el castigo de no poder adquirir productos para satisfacer sus necesidades en los mercados binacionales.

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El gobierno de Ariel Henry está obstinado en que República Dominicana deje sin efecto las medidas dispuestas a raíz del conflicto por el trasvase del río Masacre.

El incidente anticipa lo que puede ser un movimiento interno para obligar a las autoridades haitianas a flexibilizar su renuencia de normalizar el comercio con este país.