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¡Ay, don Mario!

¡Ay, don Mario!

Julio Martínez Pozo

No voy a criticar al presidente Luis Abinader, por haberle ofrecido la nacionalidad dominicana. Es el líder de la nación y además del respeto y admiración que debe profesar por usted, piensa en los beneficios que le añade al país el que un premio Nobel de Literatura, el ensayista y escritor latinoamericano vivo de mayor prestigio mundial, porte en su corazón y en su documentación personal el estandarte de la dominicanidad.
Usted ha respondido:

“Y yo me alegro mucho que la República Dominicana con un gobierno inteligente, sensato, haya promovido a este país. Creo que es un ejemplo de los problemas que tienen una solución y me encantaría, ya que he pasado algunos momentos difíciles en la República Dominicana, pasar también un periodo de exaltación y de verdadera realización”. “De tal manera que no es sorprendente que me sienta en mi casa en los periodos que pasaré”.

Conociendo de su compromiso con los valores liberales, es imposible pensar que se acoja a ese honor por parte de un país al que acusó de despojar de la nacionalidad a personas de orígenes haitiano, porque lloraría ante el Altísimo que a usted que les sobran nacionalidades añada una más de un país xenófobo y racista, cuyo Tribunal Constitucional emula a las cortes nazistas.

Según su relato ocurrió cuando la señora Juliana Deguis acudió en revisión de amparo ante el Tribunal Constitucional a tratar de revertir una decisión de un tribunal ordinario, que había determinado que a ella no le correspondía ni la cédula ni la identidad dominicanas porque era hija de extranjeros en tránsito que conforme a lo que establecen todas las constituciones que ha tenido la RD desde 1929, no generan el atributo de la nacionalidad.

Sustentó que “Juliana apeló y el 23 de septiembre de 2013 el Tribunal Constitucional dominicano dictó una sentencia negando la nacionalidad dominicana a todos quienes, como aquella joven, sean hijos o descendientes de » migrantes » irregulares. La disposición del Tribunal ha puesto a la República Dominicana en la picota de la opinión pública internacional y ha hecho de Juliana Deguis Pierre un símbolo de la tragedia de cerca de 200.000 dominicanos de origen haitiano”.

La información que ofreció en ese artículo no se correspondía con la verdad, porque si bien es cierto que a la señora Deguis no le correspondía la nacionalidad dominicana, como ella había tenido ese reconocimiento, el Estado no podía prevalecerse de su propia falta para negárselo posteriormente.

Lo que dispuso el Tribunal Constitucional fue que a la señora en cuestión se le entregara de inmediato su documentación y que se hiciera una auditoría del Registro Civil para proceder a hacer lo propio con todo el que estuviera registrado en condiciones similares.

No hay una sóla persona que haya sido despojada de su nacionalidad, por el contrario también se abrió un plan de regularización de extranjeros para que aquellos que pudieran demostrar arraigos de años en el país tuvieran un plazo para ser asentados.

Para que usted pueda pasar el tiempo que desee en nuestro país, debemos evitar que colapse, lo que ocurriría si la solución de Haití es arrojarlo sobre la República Dominicana.