Ante el despliegue de las tropas de Kenia, cuya primera avanzada llegó ayer a Haití, el líder pandillero Jimmy Cherizier (Barbecue), ha decidido bajar la guardia con el diálogo que ha pedido al Gobierno de su país para facilitar la gobernabilidad.
Se trata de una solicitud para ponderarse, sobre todo cuando el temible pandillero dice estar dispuesto a facilitar el proceso de pacificación de la convulsa nación.
La Policía haitiana había decidido enfrentar a Barbecue con una redada en su bastión de Delmas, en Puerto Príncipe.
Antes de clamar por el diálogo el jefe pandillero había advertido con recrudecer la violencia si continuaba la persecución en su contra.
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Puede pensarse que Barbecue se siente acorralado con la llegada de las tropas kenianas y ha visto el diálogo como la salida más factible para su seguridad y la de su ejército de bandoleros.
Pero aún así es más importante que los pandilleros depongan las armas y la violencia que iniciar una sangrienta guerra, en la que siempre mueren muchos inocentes. Sin perder de vista el amplio control y el conocimiento que tienen los pandilleros del territorio haitiano.
Si Barbecue está decidido a bajar la guardia para negociar el cese de sus acciones y devolver la seguridad a Haití, el Gobierno tiene que valorar la determinación.
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Negociar sale menos costoso que pelear, sobre todo en una nación con tantas necesidades, que no puede permitirse desperdiciar ni siquiera un centavo.