Los haitianos han decidido conformar brigadas de vigilancia para enfrentar en diferentes barriadas y provincias a las pandillas que han sembrado el terror en el territorio.

Armados con palos y machetes los integrantes de las brigadas son por sus vestimentas como los hombres de negro, decididos a no dejarse acorralar por el terror.

Aunque las brigadas de autodefensa son el resultado de la desesperación y de la misma incapacidad de la Policía para garantizar la seguridad, la decisión no deja de ser inquietante.

No porque no deba tomarse la justicia en las manos, sino por la confusión que puede crearse en las confrontaciones entre pandilleros y brigadas de autodefensa. Esa intervención de la población complica más el panorama haitiano.

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Con un Gobierno que carece de fuerza para imponer el orden y la seguridad es impredecible el desenlace de las confrontaciones entre pandilleros y civiles.

Se trata de otro de los muchos casos que demanda la atención de la comunidad internacional en torno a una crisis que cada día es más desafiante. Todos los riesgos están planteados con la incursión de las brigadas para defender la seguridad en sus barriadas.