Editorial

Capitalismo salvaje

Capitalismo salvaje

América Latina se erige como la región más convulsionada del mundo por la afectación de la covid-19, al reportar uno de cada tres fallecimientos y millones de contagios, además de la crisis económica causada por la pandemia que ha generado unos 22 millones de nuevos pobres.
Ese drama sanitario, económico y social se agrava por la discriminación a que ha sido sometido el continente por parte de las multinacionales farmacéuticas occidentales que producen y mercadean vacunas contra el coronavirus.
El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, ha denunciado que esas multinacionales “han ido imponiendo requisitos cada vez más difíciles a los países en desarrollo que negocian la compra de vacunas”, lo que dificulta a la región superar la crisis pandémica.
El viacrucis sanitario lo encabeza Brasil, con más de 275 mil muertos, seguido por México, con cerca de 200 mil fallecidos, Colombia, con más de 60 mil, Argentina con más de 55 mil y Perú que sobrepasa los 50 mil decesos, catástrofe generalizada que no parece importarles a esas farmacéuticas.
En Estados Unidos, el presidente Joe Biden prometió que a más tardar para el mes de mayo todos los ciudadanos serán vacunados, para lo cual anunció la adquisición de otros cien millones de vacunas a la farmacéutica Johnson-Johnson.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha podido desarrollar el programa Covax de distribución de dos millones de vacunas entre países de bajos y medianos ingresos porque la producción ha quedado atascada en las naciones desarrolladas.
La cantidad de dosis que ha recibido Latinoamérica, que reporta el 30% de los fallecimientos por coronavirus a nivel mundial, apenas alcanza para inmunizar al 3% de su población, mientras cuatro países desarrollados acaparan el 90% de la producción.
Claver-Carone anunció que el BID, a pedido de varios países de la región, incluido República Dominicana, creará un fondo por US$1,100 millones para garantizar los contratos bilaterales entre sus miembros y las compañías farmacéuticas, aunque prevalece la duda de que esa iniciativa conjure tan cruel discriminación promovida por un tipo de capitalismo salvaje.

El Nacional

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