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Cine y sociedad

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¿Todavía no han  visto ‘Bird Box’?

Entonces ustedes son parte del ‘reducido’ grupo de suscriptores de Netflix que aún no hanvisionado la exitosa película producida por el servicio de streaming.

Bird Box tomó a todos por sorpresa, incluso muy probablemente, a sus propios realizadores.
Este es un buen ejemplo de los misterios e impredecibilidad que envuelve a este arte/industria.
En el cine, con frecuencia lo que se busca con ahínco no se logra, y lo que se piensa en principio que será una cosa, al final, resulta ser otra.

Así que, ¿cómo llegó Bird Box a ser la película original de Netflix más exitosa en la historia de la empresa –ahora convertida en poderoso estudio cinematográfico? ¿Tiene Bird Box el valor intrínseco que avale su triunfo? ¿A qué obedece su repentina popularidad? Aquí hay un poco de todo, y la razón especifica por la que el film ha conectado con el público de una manera que muchos no entendemos, probablemente nunca se sabrá. Ahora bien, la realización general de la película de ningún modo se corresponde con el impacto y acogida lograda por la producción.

Bird Box es un film modesto y adecuado, y con ciertos valores de producción, pero en general fallido y decepcionante. La historia, que innegablemente remite a ‘A Quiet Place’, aunque aquella tiene mejor atmosfera y resolución, es predecible, casi no tiene suspenso y no hay en ella nada extraordinario o particular que la haga sobresalir.

El inicio de la película tiene agarre, sin embargo, eso no puede negarse, y consigue atraer la atención del espectador: una mujer da instrucciones precisas y terminantes a dos pequeños niños, y les advierte, antes de lanzarse rio abajo en un pequeño bote, que si durante el trayecto se quitan las vendas con las que harán la travesía, morirían en el acto; y si primero ella los descubre, serían de todos modos, severamente castigados.

Así de escalofriante y misterioso es el arranque de Bird Box. El problema es que a partir de ahí el film va lentamente, pero de manera sostenida, perdiendo impulso e interés. Ni siquiera las fuerzas malignas o sobrenaturales que provocan la muerte de todo el que las ve, consiguen sacar el film del letargo.

La producción entonces se torna repetitiva, afloran los clichés, los personajes estereotipados y los lugares comunes. Sandra Bulllock es siempre agradable y efectiva, y aquí una vez lo pone en evidencia, pero sin llevar su personaje demasiado lejos –puesto que ese no es el objetivo,
tampoco.

Los demás personajes/actores tampoco tienen mucho que ofrecer, incluyendo a un John Malkovich repetitivo y aburrido, y una Sarah Paulson que suelta un par de reproches motivadores y desaparece sin más, a los 5 minutos.

En esta película con ansias apocalípticas los diálogos son mayormente pedestres y abunda la incoherencia y el sin sentido. Hay también escenas gratuitas como aquel encuentro íntimo entre dos extraños o aquel falso samaritano en medio del rio.

En fin, esta película dirigida por Susanne Bier sin mayores alardes ni destrezas, y por cierto, basada en una novela del mismo nombre de Josh Malerman, del año 2014.

El Nacional

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