Las candentes protestas contra una reforma tributaria que durante varios días han sacudido a Colombia deben ser aquilatadas por el Gobierno dominicano en lo que respecta al pacto fiscal que implementará para incrementar los ingresos y eficientizar más el gasto.

Si bien tranquiliza el compromiso del presidente de Luis Abinader de que quienes más pueden cargarán con el mayor peso, eso no significa que los sectores medios y populares estarán exentos de algún tipo de contribución.

Las reformas fiscales son siempre odiosas sin importar, como en la actual coyuntura, que haya necesidad real de mejorar las recaudaciones para enfrentar desafíos como los planteados por la crisis sanitaria.

El Gobierno puede tener a su favor el saludable saneamiento y eficiencia del gasto, pero todavía no se ha recuperado un peso de la corrupción, que de acuerdo con las propias autoridades es la responsable de que haya tantas necesidades insatisfechas.

Los colombianos tomaron las calles, en abierto desafío a la propagación de la pandemia, para exigir el retiro del proyecto de reforma tributaria, porque entienden que solo perjudica a los sectores medios. Ante las crecientes movilizaciones el presidente Iván Duque eliminó las propuestas más polémicas, pero al final optó por retirar el proyecto de reforma tributaria.

Los colombianos no le dejaron otra opción. . El Gobierno dominicano debe observar el panorama colombiano a la hora de presentar su propuesta sobre la reforma fiscal.