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Como cada domingo

Como cada domingo

¿Somos todos gordofóbicos?

La sociedad humana es discriminatoria, desequilibrada, recurrida en sus pasillos principales de estereotipos para juzgar a seres humanos quienes se consideran diferentes y distintos. Nos hemos dejado conducir por la comodidad del prejuicio, el discrimen y el tabú. Y es una pena.

La pasada semana fui invitado a un taller dirigido a periodistas para la sensibilización en los temas de sobrepeso y obesidad, convocado por la farmacéutica danesa Novo Nordisk, en Ciudad de Panamá, y resulta que aprendimos a objetivar lo gordofóbica que es la sociedad toda, y lo discriminante y estigmatizante que, debido a la falta de formación apropiada, por la ausencia de una perspectiva moderna, justa e incluyente, que se resuelve en ser el modo en que tratamos estas condiciones de salud, desde los medios de comunicación.

La gordofobia describe el comportamiento que apela a un sesgo automático y normalmente inconsciente que lleva a discriminar, objetivizar y minusvalorar a las personas con sobrepeso, especialmente si esas personas son mujeres.

Un ejemplo se tiene en las imágenes que publicamos sobre esos seres que viven con obesidad: generalmente, en el caso de los hombres, se publican abdómenes abultados, cortados entre el pecho y la pelvis, es decir, nunca tienen rostro, con la excepción de cuando aparecen comiendo (generalmente una hamburguesa); y en el caso de las mujeres, publicamos sus caderas y espaldas. No los publicamos trabajando, sonriendo, haciendo ejercicios, en el desarrollo de actividades sociales.

La gordofobia tiene establecido que los “gordos” por el hecho de tener un determinado peso por encima del promedio, son: haraganes, perezosos, intelectualmente inferiores a quienes son delgados. A los pacientes del cáncer, no se les llama “cancerígenos”.

A los portadores del SIDA nadie le dice ya “sidosos” porque en ambos casos, se ha trabajado con los medios y los periodistas para transformar la concepción pública de las condiciones de salud que presentan. Debemos detener la gordofobia. Y hacerlo desde ahora. Es un tema, más que todo, educativo.