En el mítico lugar de la cultura popular que es el parque Enriquillo, ha tenido asiento todo un enjambre de buscavidas como: prestidigitadores, encantadores de serpientes, tragasables, taroteros, hechiceros, nigromantes, y los muy atractivos telépatas que, articulando sus pensamientos, uno de ellos, el de ojos no vendados adoptando una definición subjetiva le pide al otro con voz firme: ¡¡concéntrese, profesor!!. Bromas aparte, desde que se instaló este Gobierno dos preocupaciones ocupan mi mente: la austeridad y evitar el gobierno coloquial, y a la fecha no hemos dejado de censurar esa forma de dirigir el país.
Pero lo más interesante en esos momentos no era si la República ganaba con esas restricciones, sino la decisión personal del Presidente que quiso tempranamente reforzar su liderazgo de ese contacto incesante con la gente, proponiendo a sus seguidores y a la gran población identificarse con «su» obra y apostar por la continuidad apoyado en una avasalladora y costosa publicidad y a un excesivo gasto que terminaría debilitando las finanzas públicas.
Se logró lo buscado: la reelección. Ahora bien, cerrada esa cuestión, y más convincente aún con la reforma constitucional queda en evidencia que ese estilo de gobernar debe cambiar. La economía se encuentra en pleno crecimiento, pero las cuentas públicas no están bajo control. Hay que sacar adelante el Presupuesto de la nación, pero la sequía de recursos y el esplendoroso fracaso de la Reforma Fiscal, hoy encallada en un limbo de competencia porque nadie acepta el sacrificio, requiere de valentía y espíritu de responsabilidad.
Entonces, el Presidente no puede seguir jugando al mesianismo, está obligado a articular estrategias nuevas, pero desde el Palacio Nacional en donde reside la majestad de la Presidencia; hay que dar la vuelta al tablero y actuar mejor, y tomar decisiones sabias, pensadas, socializarlas con sus asesores y evitar la cascada de errores que hace ver la democracia en malas manos. ¡¡Concéntrese, Presidente!!, pues sería un error histórico no hacerlo.