El 28 del recién pasado mayo, RD-Haití superaron el diferendo sobre el uso del río Masacre, fundamentado en el espíritu del Tratado de 1929 que dispone el uso de los afluentes originados en RD que ingresan a Haití, aprovechables entre los dos Estados.
Semanas antes, el gobierno haitiano que preside Jovenel Moise, dispuso construir un canal derivador del Masacre o Dajabón, afluente originado en territorio dominicano de Pico del Gallo, sin previo, por cortesía diplomática elemental, informar del propósito al que Haití asiste derecho, conforme especifica el párrafo inicial de este trabajo, al gobierno dominicano del presidente Luis Abinader, la falla procedimental y fundamental del intento desviar el Masacre.
El secretismo, en consecuencia, es el punto nodal criticable, incurrido por Haití con RD, Estados que comparten la isla Española.
Concerniente a la parte dominicana en el superado affaire, la crítica se aloja total en el hecho de que conociendo desde un principio el propósito de Haití desviar el Masacre, previo construyendo un canal derivador, comprobable por nuestro cónsul en Juana Méndez, el Cesfront, gobernador, alcalde y legisladores dajaboneros, final por drones, no hubo nunca información referente al operativo haitiano, tampoco nuestra Cancillería, y final, nuestro presidente.
Ese inefable secretismo contrasta mucho relacionado con el comportamiento de los irregulares mercados binacionales, precisamente el principal de Dajabón, y las reiteradas anunciadas estadísticas de cuanto vendemos al vecino haitiano, alcanzando hasta los US$1,000 millones anuales.
Además de honrar el Tratado de 1929 firmado por el presidente Horacio Vásquez, el ovillo por donde se desliza el hilo, evidente tiene un poderoso y decisivo motivo en ese trasiego de mercancías, 80% alimentos que Haití no produce, y requiere para su empobrecida población de diez millones de almas, idéntico en densidad demográfica a la nuestra.
Claude Joseph, Primer ministro interino y titular de Exteriores de Haití, con absoluta precisión y propiedad, justificó el uso bilateral del Masacre, exponiendo que el Masacre recibe afluentes originados en Haití, citando Capotille, Gens de Nantes y Lamatrie, reforzando el derecho haitiano al uso bilateral del Masacre, además así, honrar el espíritu del Tratado de 1929.
No importa el aforo de esos afluentes originados en Haití, si arroyuelos o simples venas acuíferas, la realidad es que son tributarios del Masacre, justificando el uso bilateral del afluente, relievando en términos literarios por el inolvidable jurista, notable charlista y gran conversador e intelectual Freddy Prestol Castillo, en su novela El Masacre se pasa a pie.
Conforme exposición, sustentada por Tratado 1929 y derecho internacional, concerniente al uso de afluentes que discurren entre dos Estados, interpreto que la solución bilateral del Masacre, además de justificativo, podría servir de ideal y precisa plataforma que posibilite un nuevo temario de entendimiento entre los dos Estados, de manera que las relaciones fuesen en el inmediato devenir más fluentes, armoniosas y provechosas, libre de los inconvenientes y sinrazones que han vertebrado siempre nuestras relaciones con Haití.
Sondeo El Nacional mayo 28, un 69% desestimaba un acuerdo diferendo Masacre, contra 31% sí.
Las perspectivas, afortunadamente, fueron otras, porque los tiempos también son otros, donde el imperio de la ley, impone las normativas.
Proyecto UE RD-Haití
Presión nacional e internacional concerniente a solucionar el diferendo, evidentemente las hubo, que no las hubiesen se consideraría un imposible, conociendo todos los intentos poderosos en ambas direcciones, tendentes a crear una Española exenta de fronteras, no una fusión de dos Estados en uno, sino idéntico a Unión Europea, sin pasaporte requerido para moverse de un país a otro, compactando un mercado más amplio, no de 20 millones, porque en Haití apenas tres millones disponen de recursos para cubrir expectativas de un mercado de esa magnitud.
Ese proyecto conllevaría consecuencias insospechables a nuestro país, considerando que la asistencia de salud, sobre todo a parturientas, saturaría nuestra estructura sanitaria, sin que sus promotores especifiquen el albedrío a residir millones de haitianos en campos y ciudades, en aldeas y edificios de apartamentos junto a dominicanos.
La disgresión no es novelesca ni fortuita, sino responde a disposición de nuestro presidente Abinader conceder nacionalización a 50 descendientes haitianos por decreto 297-21, promulgado en abril reciente, con la inquietante y sospechosa sombra del secretismo, decreto por sobre el espíritu de la ley 168-13 del Tribunal Constitucional, cuando es elemental que un decreto carece de fuerza y facultad frente a una ley.
En esa perspectiva, el presidente del Instituto Duartiano, doctor Wilson Gómez Ramírez, exhortó, en declaración a El Nacional mayo 26, a nuestro presidente Abinader, rechazar presiones de organismos internacionales, concerniente conceder nacionalidad a inmigrantes haitianos, sin fundamentos jurídicos para merecerla.
Ese proceder peligra la nacionalidad dominicana, invitando el suscrito a nuestro presidente reflexionar hacia el futuro, en esta delicada y peliaguda instancia.
Por: UBI RIVAS
ubirivas30@gmail.com