Uno de los errores más extendidos es creer que todas las personas necesitamos exactamente ocho horas.
Guillermo Sebastiá |
Dormir bien debería estar en el mismo lugar que hacer ejercicio y una alimentación saludable. Sin embargo, para mucha gente sigue siendo un extra que se agradece cuando aparece, pero que no se cuida con intención.
Y eso tiene un precio: más cansancio, peor recuperación y un impacto real en cómo nos sentimos durante el día.
Un estudio de la Mental Health Foundation en Reino Unido sugiere que el adulto medio solo disfruta de tres días a la semana de sueño de buena calidad y que más de un tercio reconoce que dormir mal afecta de forma regular a su salud mental.
En este sentido, la científica del sueño Sophie Bostock apunta varias ideas que, por comunes, se han vuelto peligrosas.
Vivir esclavizado por el mito de las ocho horas
Uno de los errores más extendidos es creer que todas las personas necesitamos exactamente ocho horas. Según Bostock, no es así: nuestras necesidades varían, igual que la altura o el número de zapato.
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Lo más útil es quedarse con la referencia protectora: para adultos en edad laboral, un mínimo de siete horas suele ser beneficioso.
A partir de ahí, cada uno debería identificar su dosis real de sueño. La trampa está en usar la cifra rígida como regla moral: si una noche no llegas a ese número, te pones en alerta y el propio estrés empeora el descanso.
Pensar que funcionar con cinco o seis horas es normal
Sí, hay personas que pueden rendir bien con poco sueño. Pero Bostock subraya que son una rareza (menos del 1% de la población). Además, su perfil es muy específico: pueden dormirse con facilidad, se despiertan tras pocas horas y rinden bien sin tirar de cafeína. Para el resto, convertir la falta de sueño en una rutina es una receta habitual para la fatiga acumulada y una recuperación pobre.
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Este punto es especialmente relevante en gente activa. Bostock, que trabaja con atletas, insiste en que el mayor error es no ver el sueño como un potenciador del rendimiento.
El entrenamiento estresa el cuerpo; el rendimiento baja de manera temporal; y la mejora llega con la recuperación. Y la forma más potente de recuperación es dormir lo suficiente. Si te tomas en serio el gimnasio o cualquier deporte, descuidar el descanso es como intentar progresar con el freno de mano puesto.
Buscar la solución
Bostock se muestra prudente: la evidencia actual de los suplementos para dormir es bastante débil y muchos productos no cuentan con ensayos sólidos frente a placebo. No descarta que algunas personas noten mejora, pero sugiere que en muchos casos pesa más el efecto placebo que la potencia real del ingrediente.
Afectan al sueño
Los hábitos que afectan el sueño incluyen horarios irregulares, el uso de pantallas (luz azul) antes de dormir, consumo de cafeína, alcohol y comidas pesadas por la noche, falta de ejercicio o hacerlo muy tarde, entorno de sueño inadecuado (ruido, luz, temperatura), y estrés; todos alteran la producción de melatonina y el ciclo natural de sueño-vigilia, dificultando un descanso reparador.
Hábitos a la hora de dormir:
Tecnología: Exponerse a la luz azul de celulares, tablets y computadoras interfiere con la hormona del sueño (melatonina).
Rutina: Acostarse y levantarse a horas variables, o tener un horario de trabajo por turnos, confunde al reloj biológico.

Comidas y bebidas: Cafeína, alcohol y comidas copiosas cerca de la hora de acostarse pueden causar insomnio o despertares.
Ambiente: Un dormitorio ruidoso, muy iluminado o con temperatura incorrecta dificulta el sueño.
Actividades: Trabajar o comer en la cama establece asociaciones negativas, y la ansiedad por dormir puede empeorar el problema.
Hábitos durante el día:
Ejercicio: El ejercicio regular ayuda, pero hacerlo muy cerca de la hora de dormir puede ser contraproducente.
Siestas: Las siestas largas o tardías pueden robarle horas de sueño a la noche.
Estrés y salud mental: La ansiedad, la depresión y el estrés son grandes disruptores del sueño.
Para mejorar, considera:
Rutina Consistente: Mantén horarios fijos para dormir y despertar, incluso fines de semana.
Higiene del Sueño: Crea un ritual relajante antes de dormir (baño tibio, lectura) y apaga pantallas una hora antes.
Ambiente Ideal: Oscuro, fresco y silencioso.
Evita Estimulantes: Reduce cafeína y alcohol, especialmente por la tarde y noche.
