La crisis haitiana se agudiza con el dramático giro que representa la acusación de la exprimera dama Martine Moïse contra el presidente Ariel Henry de estar involucrado en el magnicidio ocurrido el 7 de julio.
Al sobrevivir al atentado en que el presidente Jovenel Moïse fue acribillado a tiros en su residencia, la viuda es una de las principales testigos del suceso. Martine, quien fue atendida en Miami de la herida que recibió, solo había declarado que los autores materiales e intelectuales del crimen no habían sido detenidos.
La acusación contra Henry la basa, entre otros motivos, en que este habría hablado por teléfono en dos ocasiones el día del magnicidio con el empresario Joseph Felix Badio, todavía prófugo y uno de los principales sospechosos.
En la acusación con constitución en parte civil la exprimera dama incluye a Paul Denis, James Solages, Dimitri Herard, Wendell Coq Thélot, Jean Laguel Civil y a Badio. En el grupo hay miembros de la seguridad del exmandatario. Henry, quien había sido designado primer ministro 72 horas antes del crimen, no llegó a juramentarse.
Por las presiones de Estados Unidos y la comunidad internacional el primer ministro interino y canciller, Claude Joseph, aceptó cederle el puesto. Con la acusación de Martine la imagen del primer ministro se ensombrece, toda vez que hace apenas unos días el renunciante enviado de Estados Unidos en Haití, Daniel Foote, había declarado que no era confiable para la unidad de la nación.
