Por primera vez en su historia República Dominicana no suscribe una declaración, como ocurrió en la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, en que se acordó respaldar una migración ordenada bajo el principio de responsabilidad compartida.

El presidente Joe Biden sostuvo que ningún país debería cargar en solitario con los crecientes flujos migratorios, que a su juicio benefician el desarrollo económico cuando son seguros y legales.

Pese a no suscribir la declaración sobre el asunto migratorio “por falta de tiempo para estudiar el documento”, la Cumbre representó para el presidente Luis Abinader una magnífica oportunidad para fortalecer los nexos con Estados Unidos. Al margen de conclusiones e intervenciones, las reseñas indican una conveniente cercanía entre el mandatario dominicano y Biden.

Como parte de su agenda Abinader aprovechó la cumbre para reunirse con la vicepresidenta Kamala Harris, de mucha incidencia en los problemas de la región, pero también con gobernantes como Ariel Henry, de Haití.

Para República Dominicana la cumbre no resultó tan inocua como otros encuentros que han congregado a mandatarios de la región.

Por los gestos parece que el país recibió una distinción especial de la nación anfitriona, que es nuestra principal socia comercial.

Son otros quinientos que Cuba, Nicaragua y Venezuela no debieron ser excluidas de la cumbre por su sistema político. O que tendrá que esperarse sobre las facilidades petroleras ofrecidas por Estados Unidos a los países del Caribe.