Manifestando ingenuidad, y obviando cómo funcionan los organismos internacionales, tanto el presidente Luis Abinader como el canciller Roberto Álvarez demuestran un total desconocimiento de las instituciones diplomáticas.

El mandatario dominicano quiere a nivel internacional “tirar la piedra y esconder la mano”, destapándose con unas naif declaraciones sobre Haití que dejan ver la improvisación y el desorden gubernamental.

Dice Abinader que: ”La República Dominicana solo jugaría un rol diplomático en una posible pacificación militar…”, ignorando este que cuando la MINUSTAH intervino en Haití en el año 2004, la República Dominicana participó con tropas militares.

Pero si fallida fue la intervención de MINUSTAH en el infortunado Haití, peores fueron los resultados entre los que se citan más de 2 mil víctimas de abusos sexuales, principalmente niñas, decenas de miles de muertes ocasionadas por el contingente militar, y la contaminación de cólera del rio Artibonito que causó más de 30 muertes.

Al parecer la ONU en esta oportunidad no hará caso a estos guerreristas de hoja lata, que solo buscan aprovecharse de la crisis haitiana para su reeleccionista proyecto politiquero del 2024, mientras ese país se hunde en el abismo más abyecto.

Estos soldaditos de juguetes son comparables a los mismos que en los años 1916 y 1965 propugnaron por las intervenciones militares que nos hundieron en la desesperanza, trayendo como corolario al más sanguinario tirano del globo terráqueo: Trujillo.

Igualmente están los estadounidenses, que no están por dejarse meter “gato por liebre”, y de ahí la posición humanista, atinada y conveniente de Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Patrick Leahy del Senado norteamericano, quienes le manifestaron al presidente Joe Biden su preocupación por la actual crisis que abate a Haití, tildando al primer ministro haitiano Ariel Henry de vil oportunista, un hombre que tiene cómplices en la República Dominicana.