Por años, durmió aquel libro en el librero que ocupa casi todo el largo pasillo que lleva al baño, comunica con el comedor y llega hasta la cocina. Allí quedó desde antes de irme a otros destinos (Brasil, Bolivia, Cabo Verde en Africa…) Lo había traído desde República Dominicana cuando vine a vivir a Europa. De eso hace más de 12 años. !Ofrézcome, que sueño más largo!

Estaba en brazos de Morfeo en el estante de la derecha de la parte más baja de aquel antiguo librero. No sé si en algún momento alguien lo despertó momentáneamente en estos años que estuve lejos de esta capital que dos veces me ha acogido, pero ahí lo encontré mientras buscaba algún libro, en mi propósito de leer autores dominicanos.

Se trata de “De como Utopía encontró a Tarzán” de Rafael Peralta Romero, hoy director de nuestra Biblioteca Nacional dominicana. ¿Cómo llegó ese libro a mis manos? Le di vueltas a mi memoria y no encontré la respuesta.

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Probablemente lo compré en alguna feria del libro para mi hija o tal vez el mismo autor me lo regaló en mis andanzas como periodista. Lo lindo es que lo desperté ahora que vivo lejos, lo disfruté y lo compartí como hago siempre al concluir una obra. Está recreado en el Este del país y cuenta la historia de un muchacho flaco que se le escapa en busca de Tarzán.

Últimamente me ha dado con despertar libros y ya llevo varios autores dominicanos. Esto me pone a reflexionar sobre los compradores de la recién pasada feria del libro en Santo Domingo. Ojalá no compren títulos para ponerlos a dormir largos o eternos sueños.

Los libros no se hicieron para adornar. Mejor leerlos, hacerlos rodar, intercambiarlos, regalarlos y disfrutar con ellos de conjugar muchos otros verbos.

Por: Mary Leisy Hernandez
Marilei@hotmail.com