La gloria bendita de su ejemplo
¿Por qué llamas mi patria, a aquello que no defiendes? C. Cano,
Mal que bien, aquí vamos, Juan Pablo.
Ni tan libres como soñaste ni tan justos como querías, pero aquí vamos.
Al lento paso que la historia y sus traiciones nos permiten, al paso lento que el olvido nos deja. Pero, lo cierto es que vamos, Juan Pablo, marchamos.
A veces te echamos de menos porque no tenemos más. Te echamos en falta porque nos sobra indecencia. Porque nos falta tu ejemplo, tu entrega, tu fe. ¿Comprendes?
Y todo, porque tú sí sabías que las cosas para ser posibles no tienen que ser probables, como improbable era tu sueño de una nación libre, independiente y soberana, y mira que vamos, Juan Pablo, mal que bien, a pasito lento, arrastrando penas, padeciendo olvidos, soportando nauseas, celebrando oprobios, es cierto pero vamos.
Vamos, aunque la impunidad siga siendo una fiesta, y la dignidad se nos muera de vergüenza. Mal que bien, pero vamos, Juan Pablo.
Vamos, vamos.
Y a ti, que nos regalaste la patria y su fervor, la nacionalidad y sus quimeras, ahora que tu sueño de loco adolescente trinitario es ya una patria medioloca y verdadera, y recordamos más a Mr. Lincoln que a tu ejemplo, y el 27 de Febrero es menos importante que San Guivin y sus pavos; a ti te pedimos, que, cuando puedas, a ver si te pasas por la Zona Colonial, nos invitas al futuro y dos tragos, y nos dices, ay, ¡tú que te inventaste este sueño de patria!, qué debemos hacer por él. (Por supuesto, en español, Juan Pablo, entre mulatas de buen ver bien convidadas, y con Dios al lado. La María Madalena esta en camino.)
Mal que bien, pero vamos, Juan Pablo.
Al lento paso que la historia y sus traiciones nos permiten, al paso lento que el olvido nos deja y los testaferros del oprobio nos conceden, pero vamos.
Es cierto que ha vivido más la doblez que el decoro, sí, pero el decoro vive. Algo parecido a eso, debe ser la gloria. La gloria bendita de tu ejemplo, amén.