Entre las interjecciones citadas en la entrega anterior, frecuentes en el habla dominicana, y muchas veces sustituidas por eufemismos, ha faltado/diablo/. Este sustantivo nombra al antagonista de Dios y simboliza el mal.
El ser representado por esta palabra se cuenta entre los elementos con más nombres, me parece que en todo el mundo.
Veamos los eufemismos con los que los dominicanos evitamos mencionar a Satanás: diache, diantre y diañe.
La interjección /diache/, igual que diablo, expresa sorpresa o contrariedad. “El diache, por poco y me caigo”. Esta palabra no aparece en el Diccionario oficial, pero sí en el DED (Diccionario del español dominicano), obra de la Academia Dominicana de la Lengua. No conozco uso dominicano de la voz /dianche/, la cual señala la Academia como un eufemismo referido a diablo.
Lo mismo ocurre con /diantre/, citado como eufemismo por el Diccionario académico, voz de amplio uso entre dominicanos. “Diantre, qué tipo más desagradable ese”.
En cuanto a /diañe/, también expresa sorpresa o contrariedad, es un vocablo muy recurrido por niños a quienes sus padres reprenden por mencionar al diablo. La indagación en el Diccionario en pro de este vocablo, que no aparece, me condujo a /diaño/, voz desconocida entre nosotros, otro eufemismo para referirse al “enemigo malo”, expresión paradójica con la que también se nombra a Satanás, y no es exclusiva de los dominicanos.
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Con las voces eufemísticas expresamos de forma suave sentimientos o impresiones que dichos con determinadas palabras podrían resultar desagradables y hasta hirientes al buen gusto. José Martínez Sousa, en el Diccionario de lexicografía práctica, dice del eufemismo: “Forma con que se sustituye en la lengua usual una expresión de mal gusto, inoportuna, malsonante o tabuizada” (Vox, Barcelona, 1995).
Fernando Lázaro Carreter señala que el eufemismo puede producirse por las siguientes causas: a) deseo de adaptarse a una circunstancia en la cual la palabra propia resultaría demasiado plebeya o trivial; esto mueve a utilizar cabello por pelo, seno por pecho, baño por retrete, etc. b) ennoblecimiento de la propia personalidad; así un muy rico se hace llamar profesor, o una comadrona profesora en partos; c) respeto cortés hacia aquel a quien se habla: hay eufemismo de dudoso gusto cuando se pregunta a alguien por su señora, en lugar de por su mujer… (Carreter, Gredos, Madrid, 2008, pag´.174).
Hay eufemismo abundante en las múltiples formas de llamar las funciones corporales o los nombres de los órganos con que se realizan éstas (hacer pipí, hacer aguas, hacer caca, dar del cuerpo, número uno, número dos…).
Los eufemismos tienen uso político e incluso sirven como instrumentos de manipulación. Ejemplos: zonas deprimidas (sector donde se vive mal), privados de libertad (presos), personas en conflicto con la ley (delincuentes).
Las ONG son muy productivas de eufemismos: invidentes (ciegos), discapacitados (personas afectadas de alguna carencia, física o síquica), trabajadora sexual (prostituta, meretriz), niños especiales (niño con deficiencia cognitiva), persona con otra preferencia sexual (homosexual).
En la política se utiliza el eufemismo como medio de ocultar la verdad, pues se emplea la palabra para distorsionar la realidad: reducción de nóminas (despidos), capitalización de empresas públicas (venta de empresas), crecimiento negativo (pérdida).
Ninguna palabra expresa con más precisión el cese de la vida que el verbo morir. Pero hemos buscado muchas formas de ocultarlo, con expresiones como: Pasó a mejor vida, fue llamado a la presencia de Dios, pasó a otra dimensión, ya no está entre nosotros, se nos fue.
El verbo fallecer, que en su origen era equivalente a engañar, se ha empleado como un eufemismo de morir, pero ya son sinónimos. Como existe el eufemismo existe el disfemismo, un término opuesto. Ya lo verá. El próximo domingo.