Opinión Editorial

El Hoyo de Friusa

El Hoyo de Friusa

Diversas organizaciones sociales convocaron a una marcha patriótica el domingo que recorrería calles del Hoyo de Friusa, Bávaro, distrito municipal turístico de Verón-Punta Cana, un asentamiento mayoritariamente de haitianos indocumentados, escenario tomado de referencia para denunciar un desenfreno migratorio.

El Ministerio de Interior y Policía concedió permiso para la realización de esa manifestación ciudadana por tratarse de un derecho constitucional, aunque las autoridades advirtieron a los organizadores que deben garantizar que sea pacífica y ordenada.

Decenas de efectivos policiales y militares fueron enviados a la zona de Friusa para prevenir incidentes, ante instigaciones a la violencia promovidas en redes por sectores incapaces de separar el trigo de la paja, aunque en todo momento se acepta como saludable para la democracia el ejercicio de la protesta pacífica.

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El rostro oculto de Friusa quedó develado el sábado último cuando haitianos quemaron vehículos y lanzaron piedras contra agentes policiales en protesta por el retraso en pagos de jornales incurrido por la empresa constructora de un hotel en la zona, incidente que tuvo saldo de un inmigrante fallecido.

Esa marcha, convocada por la Antigua Orden Dominicana, y alentada desde plataformas mediáticas, recibe hasta ahora apoyo tímido desde el litoral político de oposición, limitado a las adhesiones de un excandidato presidencial y de legisladores, como si se tratase de montarse sobre un oleaje con el temor de que se produzca un tsunami.

Aunque sobran razones para manifestaciones de ese tipo, prevalece el temor de que se extravíen esperanzas de que desde el Gobierno se pueda colocar pie sobre el freno de una inmigración descontrolada que ante cualquier descuido arroparía la geografía nacional.

La marcha en el Hoyo de Friusa no debe estar dirigida básicamente contra los haitianos que colman ese poblado, sino hacia autoridades y sector empresarial que por negligencia o conveniencia permiten o fomentan la improvisación de tugurios de inmigrantes ilegales que al paso del tiempo se convierten en ingobernables.

Esa manifestación debe transcurrir en completa paz y que su mensaje de preocupación e indignación por el desafuero migratorio llegue donde tenga que llegar y se atienda el reclamo de una población decidida a defender la soberanía nacional y a evitar que ningún segmento de tierra dominicana se convierta en feudo de violencia y criminalidad a imagen y semejanza del drama haitiano.

El Nacional

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