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El padre Luis Barrios escribe desde la cárcel

El padre Luis Barrios escribe desde la cárcel

Un saludo lleno de besos, abrazos y bendiciones desde mi encarcelamiento en el  Metropolitan Correctional  Center en la ciudad de Nueva York.

Al momento de escribir esta carta ya llevo 22 días en este viaje de la paz con justicia. Comienzo por decirles que estoy bien, muy bien, física, emocional  y espiritualmente.  Si  usted me conoce,  sabe muy bien que me nutro de fuerza de dos fuentes:  de la presencia subversiva de Dios en mi vida que cada día me renueva, y de la solidaridad radical de ustedes la cual con tanto amor me motiva a seguir luchando.  A Dios y a ustedes,  mil  gracias.

Estos últimos 12 días fuera del hoyo o lo que también llaman la caja, aquí en el piso 5 norte (aunque pasé 5 de ellos en el 7-sur) han sido de aprendizaje continuo. 

Desde aquí adentro es que se puede palpar de cerca el dolor,  el sufrimiento y la agonía de un Pueblo encarcelado el cual ha sido y sigue siendo oprimido, rechazado y excluido.

En este encarcelamiento que responde a mi amor solidario por la paz con justicia para que se cierre de una vez la escuela de asesinos, llamada Escuela de Las Américas, nos ha dado una oportunidad de que sigamos trabajando juntos/as.

Permítame aclarar algo que constantemente leo en muchas de las cartas o tarjetas que recibo. Dios no me trajo a mí a esta prisión. De la misma manera que tampoco trajo a mis hermanos y compañeros presos. 

Yo estoy aquí porque decidí estar aquí cuando crucé en una acción de desobediencia civil con una transgresión hacia la Escuela de Las Américas.  Yo tenia claro que el resultado de esta transgresión podía ser que me trajeran a la cárcel y aquí estoy.

Por lo tanto quiero dejar claro que no me arrepiento y si tengo que hacerlo de nuevo lo haré.  Yo soy creyente que para desmantelar la estructura de poder de la clase dominante,  esa que maquina el pecado social de la opresión y la exclusión,  muchas veces hay que tomar posiciones drásticas. 

Ante esta realidad de sacrificio individual con la intención de impactar la colectividad,  uno jamás debe de huir de las consecuencias,  de lo contrario,  hemos perdido la verdadera esencia del amor subversivo.

Cada día que paso en este exilio aprendo a no mendigar por fama o para gloria.  Estar de frente a todas  estas arbitrariedades de los/las oficiales de corrección en donde te encierran, castigan, te gritan,  te tratan como basura, ha aumentado mi capacidad solidaria de la compasión.

 Aquí adentro todo esta basado en estigma con la intención de traumatizarte.  He llegado a la conclusión que aquí nada ocurre accidentalmente y que todo esta debidamente orquestado.  Muchas de las cosas que ocurren están relacionadas con castigos crueles manifestados en prácticas de control arbitrario.

 Aquí cualquier oficial de corrección tiene el poder de encerrar, apagar la televisión, suspender las llamadas de teléfono, o lo peor,  enviarte a la caja.

En esta experiencia de amor solidario asimismo me sigue rompiendo el corazón al ver que la mayoría de mis compañeros presos no tienen la menor idea de conciencia crítica.

Aquí hay que hacer un tremendo trabajo donde no focalicemos tanto en la composición estructural de los procesos ideológicos, sino mas bien desarrollar la conciencia critica a través de lo que Ignacio Martin-Baro (cura y psicólogo asesinado en El Salvador por graduados de la Escuela de Las Américas) denominó  un proceso de desideologización concientizadora  para llegar a la conciencia colectiva que nos conduce a organizar y movilizar al pueblo. 

Por desgracia aquí adentro le dan a este pueblo que vive en cautiverio, religión para que no piensen y televisión par alienarles.  Parte de mi trabajo teológico-político ha sido el de explicar lo que es y como funciona dentro de nuestro sistema capitalista el complejo industrial de prisiones.

 Ese que en este momento gastan unos tres billones ($3 billones) de dólares a través del Buró Federal de Prisiones(Federal Bureau of Prisons-BOP) de los impuestos que deberían de ser utilizados en educación, servicio médico, viviendas,  trabajo,  etc. 

Estos $3 billones los gastan en meternos  en prisión a unos 2,300,000 presos,  hombres y mujeres, y estos números reflejan una sobrepoblación en cárceles de 137%(vea el informe de Federal Cure del 17 marzo del 2009 escrito por Kenny Linn). 

Este dinero lo gastan en prisiones, cortes, fiscalía, defensa y supervisión pos-encarcelamiento.  Yo soy de esos presos que ellos retienen dentro de estas paredes negándole servicios de salud física y psicológica.

 Súmele  a todo esto que un consejero tiene las responsabilidad de ver o trabajar con unos 96 presos lo cual es imposible. 

Es por esto que no hay seguimiento individual  cuando llegas, ni mucho menos un programa de salida que garantice por lo menos  un empleo, un lugar para vivir y que no vuelvan a este infierno.

Por el contrario aquí todo esta preparado para que vuelvan a reincidir y retornes.

Otra arbitrariedad lo sigue siendo el no proveer una seguridad al preso.  Actualmente yo estoy en una unidad donde tienen mezclados  a compañeros  presos que han sido sentenciado, como yo,  y otros que esperan juicio y/o sentenciados;  ellos saben que por seguridad esto no debería de ser. 

Lo mismo sucedió cuando me metieron en las caja (el hoyo) y me encerraron con un joven que me tomó unos 30 minutos  para darme cuenta que los diez años  en prisión lo habían desajustado. 

Este joven es una bomba de tiempo y nos  tenían dentro de una celda  encerrados  los dos por tres días. Tuve que hacer maravillas para no llegar a un enfrentamiento físico  con el, porque puso a prueba mi paciencia y amor.

Por otro lado,  yo estoy por creer que aquí adentro, el 80% de los compañeros presos están cooperando (Chotas o chivateando) como alternativa  de resistir al sistema. 

Todos los días, la fiscalía presenta nuevos cargos por conspiración y cada día se aumentan mas las sentencias.  Como me dice un compañero preso: MCC quiere decir más crímenes, más cargos (more crimes, more charges). 

La fórmula trinitaria que le dan al preso  es  10 a 15 años de prisión,  irse a juicio o cooperar.  He conocido a muchos compañeros presos  que llevan años  aquí  esperando, pero mientras tanto,  le siguen dando a la fiscalía con otros que están allá afuera.

 Este es el otro peligro al estar en población general.  Si alguien te confunde o se riega un rumor que eres un chota (rat) te dan una lección.

Ahora bien,  con esta narrativa no quiero dejar la impresión que me estoy debilitando.

El Nacional

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