Reportajes

El presidente  Kennedy,  Sacha Volman y el golpe de Estado a Juan Bosch

El presidente  Kennedy,  Sacha Volman y el golpe de Estado a Juan Bosch

El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) era la única organización  con presencia internacional para atender el proceso de democratización que dio apertura al ajusticiamiento del tirano Rafael Leonidas Trujillo el 30 de mayo de 1961, gracias al prestigio internacional de Juan Bosch.

El aislamiento político y las condiciones deplorables de las sanciones económicas impuestas por la Organización de Estados Americanos (OEA) a República Dominicana, forzaron a la administración Ramfis-Balaguer  dar acceso a la misión liberadora perredeísta integrada por Ángel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón Castillo que llegó al país el 5 de julio de 1961, en compañía de Sacha Volman,  fingido periodista del New York Times.

La avanzada de la “buena nueva” arrancó por pueblos y campos con la caravana de la libertad mientras allanaba el ambiente para que el regreso de su líder, el afamado escritor Juan Bosch,  proyectara al PRD  la solución democrática.

Miolán vendía a Bosch, el amigo asesor de los estadistas: Prío Socarrás en Cuba; Betancourt en Venezuela; José Figueres en Costa Rica; Juan José Arévalo en  Guatemala; Luis Muñoz Marín en Puerto Rico; Bosch  tenía la talla para llegar a serlo…, pero a Bosch había que resolverle el problema del visado imperial para actuar como interlocutor ante la administración Kennedy.

Su visado había sido suspendido a raíz del escándalo de los viajes ilegales de nacionales chinos que desde Cuba eran transportados hacia la Florida.

El caso fue ventilado  por los tribunales norteamericanos y Bosch fue descargado “recuperando su buena fama y mejor nombre de dominicano digno soldado de la libertad”. El caso lo explica Nicolás Silfa en su obra “Guerra, Traición y Exilio”, ofreciendo detalles que desvinculan a Bosch de esa mafia de sobrevivencia exiliada.

La tarea política demandaba recuperar el visado americano para Bosch y de eso se encargaría el “periodista” del New York Times, Sacha Volman, tenía crédito de abrir puertas en el Departamento de Estado a favor de la causa dominicana anti-trujillista y había viajado a la República Dominicana acompañando  a la misión de Silfa, Miolán y Castillo.

Volman hace contacto en Puerto Rico con el gobernador Luís Muñoz Marín para que interceda ante el presidente Kennedy por el visado de Bosch. Muñoz, aliado del exilio dominicano convence a Kennedy, quien solicita que Volman viaje a Washington, con la solicitud de Bosch y se la entregue al procurador de Justicia, su hermano Robert Kennedy, para “solucionar el problema”.

Al presentarse Volman ante Robert Kennedy, éste lo aguarda con un fólder repleto de informaciones sobre Bosch, con un pasado implicado en las aventuras militares anti-trujillistas de las que formó parte Fidel Castro, el temerario líder de la Revolución Cubana que se había declarado “marxista- leninista y lo seré hasta morir”, de manera que el imperio quería poner las cosas claras con Bosch, exigiendo tres condiciones:

• 1ro La firma de un manifiesto anticomunista que condenara la revolución comunista de Cuba y la expansión soviética en América, comprometiendo la alianza con los Estados Unidos en caso de una confrontación mundial.

• 2do Compromiso de preservar la estructura e institucionalidad de las Fuerzas Armadas Dominicanas.

• 3ro Transferir al sector privado el gran patrimonio estatal de la familia Trujillo, con el objetivo de promover el desarrollo de la libre empresa.

Volman le dio seguridades a Kennedy de que el PRD aceptaría las condiciones exigidas, pero le solicitó dos semanas para viajar a Caracas, donde se encontraba Bosch, y redactar la documentación solicitada.

En efecto, Bosch aprobó el Manifiesto Anticomunista condenando al comunismo “ideología totalitaria”, contra la expansión soviética y la alianza estratégica de la República Dominicana, al lado de los Estados Unidos en caso de crisis o guerra nuclear, pero ignoró condenar a la Revolución Cubana, “había demasiadas razones para salir a condenar a Fidel, pues se solicitaba más que un Manifiesto Anti-Comunista, una condena formal a la Revolución Cubana que ya Fidel la había declarado marxista-leninista, esa fue la vacilación que tuvimos, por eso omitimos condenar la revolución.

Fidel siempre fue un combatiente anti-trujillista y Juan no podía fallarle a la gratitud ante la historia”,  opinó doña Lucy de Silfa,  quien acompañó a Volman en su viaje a Washington, y era persona de absoluta confianza de Juan Bosch en New York.

Volman suscribió en nombre de Bosch, un compromiso total de preservar la institucionalidad orgánica de la Fuerzas Armadas; y sobre la privatización del patrimonio de Trujillo, Volman planteó cooperativización de las empresas, coincidiendo con la plataforma desarrollista del ideario Kennedy, Alianza para el Progreso.

Compromiso cumplido: Volman recibió el visado de Bosch, y éste regresó a Santo Domingo el 20 de octubre de 1961; un mes después la familia Trujillo abandonó el país; y Bosch, empleado a fondo en su estrategia proselitista, proclamó que “Trujillo es una sombra del pasado”,  sumando la simpatía del pueblo  fue electo presidente  el 20 de diciembre de 1962, y derrocado por una conspiración oligárquica militar el 25 de septiembre 1963. Volveremos sobre el tema.

(Del libro inédito “De Bosch a Caamaño”).

El Nacional

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