Por dolorosas y dramáticas las deportaciones de extranjeros tanto aquí como en cualquier otra parte del planeta generan compasión, solidaridad y malestar.
Existen leyes internacionales que regulan las migraciones, concebidas para evitar atropellos a la dignidad de esas personas que en busca de mejorar sus condiciones de vida se saltan las leyes de los países. Hace unos días se denunció que República Dominicana había repatriado a 1,800 niños haitianos sin los familiares.
La información, dada por Unicef en Haití y divulgada por la cadena CNN, no se correspondía con la verdad, pero afectó la imagen de República Dominicana.
Los niños en situación migratoria que no están acompañados son asistidos por representantes del Consejo Nacional para la Niñez (Conani) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). La aclaración es valiosísima para despojar a este país del sambenito de que en las repatriaciones se violan los derechos de las familias.
Al explicar el proceso la representante de Unicef, Rosa Elcarte, aclaró que lo principal es el interés superior del niño, quien determina la reunificación familiar en el lugar que corresponda.
Hay que resaltar que por más soberana que sea República Dominicana o cualquier otra nación en los casos de deportaciones tiene que actuarse con apego a las normas internacionales. La aclaración de Unicef no puede ser más importante para el país.