La decisión de Kenia de aplazar hasta nuevo aviso su misión en Haití ha renovado la incertidumbre sobre el destino de la vecina nación.

Tras el anuncio de la renuncia del primer ministro Ariel Henry, Estados Unidos había anunciado que dispondrá de 300 millones de dólares para respaldar el despliegue de fuerzas internacionales en Haití.

Por ahora solo Kenia estaba decidida a liderar la misión, pero al aplazar su intención, la intervención extranjera en Haití ha quedado en el limbo.

Y de paso resurgen las interrogantes. Se ha hablado de un consejo presidencial para dirigir los destinos de la nación y, cuando las condiciones lo permitan, convocar a elecciones.

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Pero el problema haitiano es muy complejo, sobre todo por el protagonismo de las pandillas, las que no sólo controlan la mayor parte del territorio, sino que pelean por el poder.

Jimmy Chérizier (Barbacue), uno de los principales líderes pandilleros, había rechazado la intervención extranjera para superar el caos.

Por otro lado el exconvicto de narcotráfico Guy Philippe, quien se ha erigido entre los principales líderes políticos haitianos, se ha puesto en primera fila para llenar el vacío dejado por Henry.

Con la violencia y la descomposición que planean sobre el vecino territorio, sin la intervención de una fuerza internacional parece muy difícil garantizar la seguridad y la gobernabilidad en el país.

Y con la decisión de Kenia se disparan todas las interrogantes sobre la crisis, no obstante el optimismo de Washington y la Caricom.